MI PARTIDO
Tienen pie y medio en la final de Copa
DAVID CONTRA GOLIAT. El Barça ya tiene pie y medio en la final de Copa. Y si no llega a ser por una cantada de Stegen y un penalti fallado por Neymar, a estas horas la eliminatoria estaría del todo sentenciada. El partido respondió al guión previsto. Superioridad absoluta del equipo de Luis Enrique que aprendió la lección de la Liga y no se dejó sorprender esta vez por el contragolpe del Villarreal. La superioridad culé fue tan grande como la diferencia que hay entre los presupuestos de los dos clubs. Fue David contra Goliat. El submarino amarillo se tuvo que conformar con no salir goleado. Atar corto a Messi y compañía cuando están en racha es poco menos que imposible. Tras eliminar al Atlético con todo merecimiento en cuartos, el Villarreal fue anoche un rival menor. No en vano, es un modesto que se tutea con los grandes. El mérito del club de Fernando Roig es haber llegado a la semifinal con la cara bien alta. Un éxito que confirma su buena campaña liguera. El 3-1 del marcador todavía les deja una puerta abierta para la vuelta. Pero no nos engañemos, es una puerta muy pequeña teniendo en cuenta que los barcelonistas juegan más cómodo en campo contrario al contraataque donde llevan un promedio goleador que asusta. La Copa se le ha puesto de cara al Barça que tiene todos los números para llegar a la final con la vitola de favorito.
SOLO 57.000 ESPECTADORES. Los aficionados que acudieron ayer al Camp Nou se portaron de maravilla. Apoyaron al equipo con ganas, animaron a los jugadores con cánticos y mostraron su satisfacción por la décima victoria consecutiva. Pero el problema es que muchos, demasiados socios se quedaron en casa. Es un mal endémico en la Copa. Una competición puesta con calzador en los peores meses de la temporada. 57.000 espectadores en una semifinal, poco más de medio estadio, es una entrada que obliga a reflexionar. Lo comentábamos ayer y es la triste realidad. El socio barcelonista está acomodado al fútbol por televisión. La pobre entrada de ayer no es culpa del equipo que vuelve a brillar con su juego. El club debería priorizar la adjudicación de entradas para la final a los socios que anoche acudieron al estadio. Duele ver el mismo día San Mamés lleno a rebosar mientras que el Camp Nou presentaba una de las entradas más flojas de la temporada.
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