MI PARTIDO

Un palo muy duro que obliga a replantear muchas cosas

JOSEP MARIA CASANOVAS

¡QUÉ FRUSTRACIÓN! El Bayern volvió a ser una apisonadora que pasó por encima a un maltrecho Barça. Son superiores, fueron mejores y son más fuertes. Hay que felicitar a los alemanes que han puesto al descubierto con un apabullante 7-0 la fragilidad del equipo de Vilanova. ¡Qué impotencia! ¡Qué frustración! ¡Qué palo! Aguantaron con orgullo y dignidad la primera parte pero después se vinieron abajo con estrépito dejando muy claro que han llegado a las semifinales pasados de forma, sin capacidad de reacción ni poder goleador. Por si fuera poco, la ausencia de Messi fue una ducha fría inicial ya que desmontaba de raíz los sueños de los iluminados que todavía pensaban en la remontada. En definitiva, el Barça acabó siendo un juguete roto en manos de un Bayern que apunta a campeón de la Champions.

¡QUÉ DESENGAÑO! La realidad no se puede ocultar ni mucho menos enmascarar. Se han quedado en la cuneta del camino hacia Wembley víctima de su mal juego, no estábamos acostumbrados a perder de una manera tan dolorosa. Si lo de Múnich fue una noche triste y aciaga, lo de ayer fue otro baño que confirma lo que nos temíamos. El Bayern es un equipo con un potencial de crecimiento enorme mientras que el Barça actual parece lejos de aquel que tocó techo ya que acusa el desgaste del paso de los años. Así de claro. Se impone una renovación a fondo de la plantilla. Hay que fortalecer la defensa, es necesario mayor poderío físico en el centro del campo y en el ataque hay que replantearse muchas cosas.

¡QUÉ PENA! Fue una pena que Messi no pudiera jugar ya que cualquier esperanza de milagro pasaba por sus botas. Su carita de pena en el banquillo, pensativo y afectado, era reveladora. Su ausencia a última hora plantea varias preguntas: ¿Por qué jugo en Bilbao si había riesgo de recaída? ¿Por qué se ocultaron sus problemas físicos? ¿Se puede prescindir del mejor jugador del mundo solo porque tiene malas sensaciones? Leo es tan importante en el Barça que cuando él no está todo se complica. Jugar sin Messi fue dar demasiada ventaja al adversario. El Bayern se mostró como un gran equipo, solidario en el trabajo y generoso en el derroche físico. El Barça nunca estuvo a su altura, nunca fue capaz de hacerle daño. La eliminación de la Champions debe servir para activar con urgencia todos los mecanismos para recuperar el poderío perdido.