LA PAÑOLADA

La última carta

La defensa cerrada de Bartomeu no puede ser atacada con fichajes

La defensa cerrada de Bartomeu no puede ser atacada con fichajes / sport

Ernest Folch

La campaña electoral a las elecciones a la presidencia del Barça tiene hoy un diagnóstico claro. Las sensaciones son muy sencillas de resumir y a pesar de que pocos lo dicen en voz alta es un secreto a voces que hoy compartiríamos una mayoría aplastante de observadores: Toni Freixa tiene escasas posibilidades a pesar de ser el candidato revelación y estar haciendo una muy buena campaña, que le ha permitido empezar a revertir la imagen que la gente tenía de él. Benedito tiene mínimas opciones a pesar de llevar tanto tiempo picando piedra y luchando cada voto de socio en socio. Laporta lo tiene mucho más complicado de lo previsto a pesar de su carisma y su gran historial porque no logra elevar la campaña por encima del triplete. Y Bartomeu va destacado en cabeza, casi a placer, sacando partido hábilmente de su antiliderazgo que muchos veían como defecto y que él sabe convertir en virtud. Lo que está sucediendo es muy fácil de sintetizar: no sucede nada. Es decir, sucede lo que le conviene a Bartomeu, que se ha encerrado en un catenaccio descarado, no entra al trapo sobre ningún tema espinoso y ha conseguido que haya solo un debate en un injustificable martes, para que los eventuales daños colaterales queden lo más lejos posible del sábado. La defensa cerrada de Barto no puede ser atacada con fichajes, porque para esto ya está la junta gestora debidamente dirigida. Y difícilmente puede tumbarse con algún escándalo, si se tiene en cuenta que no parece hacerle cosquillas ser el primer candidato que se presenta imputado a unas elecciones. Solo queda una opción: un gran pacto entre las candidaturas de Laporta y Benedito, que obligue a una de ellas a retirarse, cree un efecto ilusionante de ‘lista única’ y provoque un efecto llamada a socios que habían desistido de votar. Ninguno de los dos puede permitirse una derrota: Benedito no podría presentarse una tercera vez y Laporta quedaría demasiado tocado. Es decir, solo habrá partido si hay pacto. Es la última carta.