LA PAÑOLADA

Quédate un año más

Alves, Messi y Neymar celebrando el gol

Alves, Messi y Neymar, celebrando un gol / sport

Ernest Folch

El destino de cualquier jugador del Barça es convivir con su propio cuestionamiento. Nadie, ni siquiera Messi, puede escapar del debate que obliga a plantearse periódicamente si ya ha llegado el momento de marchar. El jugador que desde hace más tiempo está en este filo de la navaja es sin duda Dani Alves, uno de estos clásicos futbolistas que divide a la afición entre partidarios y detractores. En su época de esplendor, más allá de sus cabalgatas espectaculares que perforaban las defensas rivales, contribuyó decisivamente a construir el ecosistema en el cual creció Leo Messi: aquellas combinaciones sutiles por la banda derecha que creaban espacios imposibles al que iba a ser el mejor jugador de todos los tiempos certificaron que pocos entendieron tan profundamente el juego del primer Messi como él. 

Luego vinieron temporadas más irregulares, partidos horribles y muchas desconexiones con sus centros absurdos incluidos, pero incluso en sus peores actuaciones sus detractores han tenido que reconocer que no tiene sustituto. A día de hoy, la única certeza es que tampoco hay ningún plan B para el lateral derecho. Hace dos días, contra el Atlético, era todavía capaz de darle al equipo una solvencia por la banda que, sancionados y sin director técnico, ahora no sabríamos ni dónde irla a buscar. Alves es pura anarquía, y ni siquiera se ha considerado a sí mismo un defensa, sino más bien un aventurero. Al catalán medio le ponen nervioso sus modales rebeldes, su anarquía irritante y sus gafas estrafalarias, pero es lo que tienen las almas libres: a alguien que cabalga por la banda con este desparpajo comprenderán que le importe un comino lo que piensen los otros. Cierto, Alves está ya al final de su carrera, pero su dinamismo y su talento siguen sin tener un reemplazo, algo que habla tan bien de él como mal del club. Estamos a punto de decirle lo que cada año nos juramos que no volveríamos a pedirle jamás: quédate un año más.