SOBRE EL TERRENO

Laia regresa convertida en reina del Dakar

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Laia Sanz logró la mejor clasificación histórica de una mujer en el Dakar / sport

Emilio Pérez de Rozas

Rivales. Adversarios. Colegas. Compañeros. Pilotos. Competidores. Candidatos. Laia Sanz Pla-Giribert nunca ha hecho distinciones entre mujeres y hombres, entre sexos.

Laia no corre para derrotar a las mujeres. Los cinco títulos femeninos del Dakar son casi testimoniales, no los tiene en cuenta, no los guarda como tales. Cuando ella gana ese galardón, solo ve los rivales que han quedado delante de ella.

El año pasado, fueron 15. Este año, solo ocho. Casi la mitad. Es decir, Laia ha sido este año, con diferencia, el doble de buena, de fuerte, de poderosa, de competidora, que el año pasado. Y así ha sido siempre.

Laia no necesita que la animen, ni que le digan cuáles han de ser sus objetivos, ni siquiera que la apoyen. Bueno, sí, en un deporte tan competitivo y, sobre todo, donde la mecánica cuenta tanto, es evidente que poseer una buena moto y tener un buen equipo es mucho.

Pero Laia Sanz también fue grande sin eso. Es más, cuando la fábrica que la encumbró en trial no le hizo demasiado caso (ahora vuelve a adorarla, y hace bien ¡qué caray!), Laia se lió la manta a la cabeza y, confiando ciegamente en su coraje y valentía (su lema es “quien tiene la voluntad, tiene la fuerza”), se buscó la vida sola y acabó alquilando una moto para competir y descubrirle a los japoneses que ella era una gran apuesta. Una grandiosa apuesta.

Laia lo tiene claro, aunque camine con botas de gamuza. Hace el ruido justo hasta que demuestra, de nuevo, ser una auténtica campeona. Lo que acaba de hacer en su quinto Dakar, concluir en el top 10, por delante de más de 190 motoristas, es único. Y lo grande, lo inmenso, no es que lo digamos nosotros, que de esto sabemos lo justo, es que lo dicen los organizadores (“es nuestra reina”, señala Étienne Lavigne, el organizador) y sus adversarios, los demás pilotos, que muestran su admiración por alguien que casi gana la etapa del infierno de Uyuni.