Opinión

La bromita de Satanás

Celebración madridista por el pase a la final de la Champions

Celebración madridista por el pase a la final de la Champions / Efe

Que, deportivamente, los días señalados el teléfono no para, es sabido. Que en función del resultado de unos y otros, recibirás mensajes de unos u otros celebrando goles o tocándote los bemoles, también, pero entre todos los que recibí anteayer por esa aplicación a veces deliciosa a veces odiosa llamada WhatsApp, hay uno que me hizo pensar: “Dios es madridista”, decía.

Al principio asentí con la cabeza, pero al poco rato reflexioné y me dije: “¡Què coi…! ¿No sé supone que el gran hacedor es bondad, dicha y amor? ¿Qué tiene de placentero el calvario que estamos viviendo los millones de culés dispersados por el mundo entero?".

No, señores, no… Atrás quedan los versos de Machado rezando amablemente la bondad de la llegada de las estaciones: “La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido…” No, esta primavera, no es la del poeta, ésta, perversa, cruel y despiadada, es un maldito guion del mismísimo demonio.

El equipo de Xavi, que empezaba a hacernos soñar con innegables muestras de mejoría, de nuevo en el pozo de la debilidad y la fragilidad; los arbitrajes que no ven las pelotitas que entran en las porterías, aprecian terribles entradas que suponen eliminaciones continentales en lances de juego habituales; en “Futbol Sala” perdemos el cetro europeo encajando una goleada con más desdicha que talento; el equipo de básquet, tras una fase de clasificación notable, pierde el anhelado vuelo a Berlín y en el momento más necesitado realiza el peor porcentaje de triples de los últimos diez años… Y podría seguir hasta aburrirles, negándome a tocar el tema de nuestras “niñas” (y lo digo con el máximo respeto), no sea que la mala baba de Lucifer se cebe en ellas a las puertas de repetir su sueño europeo.

Mientras, a nuestro eterno rival, las ninfas satánicas de la fortuna no solo le son benévolas y sonrientes, sino que le agasajan con la “chorra y la chiripa”, con la ceguera arbitral y la generosidad que a nosotros nos niegan.

Ya saben que soy optimista, pero no soy imbécil, y hoy veo a mi alrededor las lánguidas miradas gachas del desánimo culé, la incomprensión por tanta desdicha y en algún caso algún cabreo más que justificado, y me consta la ingente preocupación que sufren los dirigentes del club, sus ganas por dar un volantazo a todo frente a tan poco premio y tanta desgracia acumulada, y el incansable esfuerzo de trabajo, alma y corazón (y algunos de ellos también de “bolsillo” y riesgo) para tan parca ventura.

Pero en fin, somos el Barça, y es sabido que no hay mayor placer que levantarse tras una caída, y toca hacerlo y hasta el cielo, que ya saben que las cometas se elevan con el viento en contra.

Nunca una cometa se elevó con el viento a favor.