El césped de Zorrilla, un campo de minas

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Los temores se cumplieron y el césped de Zorrilla fue un auténtico desastre. La decisión del club vallisoletano de replantar el campo solo cuatro días antes de la disputa del partido fue una calamidad y los futbolistas de ambos equipos tuvieron que jugar en un terreno de juego impropio de Primera División con agujeros constantes y bolas de césped que aparecían de forma inesperada.

Los malos síntomas empezaron en el calentamiento en la primera  toma de contacto. Marc-André Ter Stegen, por ejemplo, tuvo que recolocar trozos de césped después de algunos de sus ejercicios. Los jugadores ya supieron cuando se retiraron a la caseta para recibir las últimas instrucciones que el campo sería un enemigo más en Pucela.

Los baches e irregularidades se percibieron desde los primeros minutos. Especialmente por la banda izquierda, donde el Barça volcaba más su juego con Coutinho y Dembélé. Los resbalones empezaron a hacer acto de presencia y a los futbolistas se les notaba incómodos.

El mal terreno de juego perjudicaba más al equipo que tomaba la iniciativa, como era el Barça, aunque también el Valladolid sufrió en sus intentos de armar contras.