Con la temporada de ciclismo finalizada y a expensas de un calendario oficial que nos ilusione en vistas a la temporada 2021 los aficionados a este deporte hemos encontrado en el ciclismo histórico una interesante alternativa para matar el gusanillo.
Hoy he querido recuperar del baúl de los recuerdos la primera gran gesta profesional de Peter Sagan. Un momento histórico que sirvió para presentar en sociedad al ciclista eslovaco y que en mi opinión marcó un antes y un después en la historia de este deporte.
Corría la Paris Niza del año 2010 cuando un joven de 20 añitos que había entrado en la carrera a última hora por la baja de un compañero, decidía que era el momento de empezar un reinado.
El ciclista rebelde, sonriente y sumamente veloz que lucía los colores del Liquigas era Peter Sagan.
Lo cierto es que el ciclista nacido en Zilina ya venia apuntando maneras. Los campeonatos junior de MTB y ciclocross auguraban un futuro prometedor. Un ciclista que se movía bien en cualquier disciplina y que apenas unos meses antes en el Tour Down Under y en su primera carrera World Tour, ya había tuteado a gente como Alejandro Valverde, Luis León Sánchez, André Greipel o el mismísimo Lance Armstrong.
Pero Peter Sagan no estaba dispuesto a ser el típico deportista que quedará relegado al papel de eterna promesa. Sagan quería demostrar que había llegado para quedarse y nada mejor que un recorrido sinuoso como el de la Paris Niza para constatar una realidad. Había nacido una estrella.
Quinto en el prólogo inicial y segundo en la tercera etapa era evidente que el triunfo estaba al caer.
Dicho y hecho. En la cuarta etapa Sagan levantaba por primera vez los brazos en una gran carrera. Un triunfo de prestigio, de superioridad y de muchísima calidad tras imponerse en un reducido grupo de favoritos a gente como “Purito” Rodriguez, Alberto Contador, Jens Voigt o Tony Martin.
La prensa especializada se llenaba la boca con su nombre. Pero Peter apenas les dejó tiempo para deleitarse con su primer triunfo puesto que en tan solo 48 horas sumaba su segundo triunfo particular.
Un segundo triunfo que reafirmaba la aparición de un talento único y la llegada un cambio táctico y generacional.
Tal y como se puede ver en el video adjunto (a partir del minuto 11), Sagan mostraba una potencia única y una polivalencia que desde la llegada de Lance Armstrong había quedado en el olvido.
La hegemonía del tejano había supuesto la especialización más extrema de los ciclistas. Ya no se veían ciclistas versátiles. Los sprinters era sprinters y los escaladores, escaladores.
Sagan rompía con todo esto y hacia recordar a los grandes ciclistas de antaño. Brillar en diferentes terrenos era posible y sus triunfos posteriores confirmaron dicha teoría.
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Aunque a algunos los tres campeonatos del mundo conseguidos por el eslovaco a día de hoy y los innumerables triunfos que figuran en su palmarés les parecerán pocos, no estoy aquí para juzgar a Peter Sagan (dudo que alguien esté en condiciones de hacerlo)
Seguramente sea indudable que los últimos años no han sido los más brillantes de su carrera, los triunfos no llegan con la misma facilidad que antes pero que a nadie se le olvide lo que Peter ha hecho y sigue haciendo por el ciclismo.
El ciclista más mediático y comercial de la historia rompió una barrera y abrió el camino a una generación más versátil y espectacular.
El tiempo dirá si los Van Aert, Van der Poel, Kwiatkowski o Alaphilippe son mejores que el eslovaco, pero de lo que estoy convencido es que no tendrán un papel tan relevante en la historia de este deporte.
