Llevaba unos partidos lejos de su mejor nivel. Lejos de ser el futbolista que ilusionó al barcelonismo con un inicio de temporada espectacular en el que rindió muy por encima de las expectativas. Memphis Depay echaba de menos la que había sido su principal virtud desde que aterrizó en el Camp Nou: la confianza. Sin ella, el delantero neerlandés era incapaz de ejercer el rol de ‘cabecilla’ que se le atribuyó en un contexto de necesidad de nuevos liderazgos en el FC Barcelona. Y que él, con personalidad, asumió de buen grado. En el Estadio de la Cerámica volvió a sufrir para recuperar la etiqueta de futbolista determinante: falló dos ocasiones, una de ellas imperdonable, en la primera mitad y sus participaciones en campo contrario fueron poco precisas.

Un Memphis de '10' (leer noticia)