Una tragedia le marcó de por vida

Murray, del infierno a la gloria

Es algo de lo que nunca habla en público, demasiado personal y aún doloroso: con solo ocho años Andy se salvó de la masacre de su colegio

Neus Yerro

El 13 de marzo de 1996 Thomas Hamilton mató a 16 niños y un maestro de la escuela primaria de Dunblane. Entró armado con cuatro pistolas, disparando a niños de cinco y seis años en el gimnasio y después se suicidó. Una de las masacres más terribles en una pequeña población de Escocia, de menos de diez mil habitantes. Todos vivieron la tragedia en primera persona. Y entre ellos, dos niños, Jamie y Andy Murray, de nueve y ocho años, alumnos de la escuela, que quedarían marcados para siempre. El mayor nunca ha hablado de ello. El menor lo ha hecho en su biografía y en un documental para la BBC que la cadena emitió el domingo previo al inicio del torneo titulado `Andy Murray: el hombre tras la raqueta¿.

Andy, junto al resto de sus compañeros de clase, se dirigía a ese gimnasio cuando se oyeron los disparos. “Podría haber sido uno de esos niños”, dice en su biografía. Pero se refugió bajo la mesa en el despacho del jefe de estudios hasta que pasó todo. Fuera estaba su madre, “una de las cientos de madres que esperábamos para saber qué había pasado, sin saber si nuestros niños estaban vivos o no”, explicó Judy a la BBC.

Y ellos conocían a Hamilton, de 43 años, antiguo tendero de la localidad que estaba en el paro y a quien Judy había llevado varias veces en su coche y a quien veían también en un club al que iba la familia. “Había estado en el coche de mi madre. Obviamente es raro pensar que hay un asesino en tu coche, sentado al lado de tu madre. Esta es probablemente una de las razones por las que no quería volver la vista atrás. Es tan incómodo pensar que fue alguien que conocíamos de los Boys Club¿ Solíamos ir allí y divertirnos. Averiguar que el asesino formaba parte del club fue algo que mi cerebro no podía asimilar”, relata Andy en su libro. Por eso su madre quiso que los chicos buscaran refugio en su gran afición, el tenis.

Incluso ahora le cuesta hablar de todo aquello. Lo ha evitado siempre hasta que la presentadora y exjugadora, Sue Barker, le interpeló en el documental. “No tienes idea de lo duro que es algo así”, responde Andy antes de verse superado por las emociones. “Fue algo muy duro para mi familia y para Dunblane. No te das cuenta hasta que creces. Y no fue hace hasta unos años que empecé a investigar y a preguntar. Toda la ciudad se recuperó tan bien... Está bien haber podido hacer algo de lo que se sientan orgullosos”, prosigue. Y tan orgullosos. Los habitantes de Dunblane no se pierden sus partidos. Porque gracias a Andy Murray ya no se les recordará por una desgracia sino por los méritos de un chico que dejó atrás el suceso para convertirse en uno de los mejores de la historia... y el primer campeón británico en Wimbledon en 77 años. ¿Cómo se lo habría tomado Fred Perry? Pues ha confesado una de sus hijas que no muy bien. La competitividad es otro factor que une a estos dos hombres. Porque a Andy no le gusta perder ni al parchís. Por eso es lógico que prefiera “no ser número uno del mundo pero ganar más Grand Slams antes que ser número uno y no ganar ninguno más”.