Cuentas pendientes desde 1985

El Levski - CSKA de Sofía es uno de los derbis más pasionales de Europa

CSKA Sofia vs Levski Sofia

CSKA Sofia vs Levski Sofia / Twitter

Aitor Lagunas

Aitor Lagunas

“Un muy mal recuerdo”. Así resumía Asparuh Yasenov su noche del 19 de junio de 1985. Habían pasado muchos años y probablemente nadie más en todo el planeta podía evocar con detalle aquella remota fecha. Yasenov, en cambio, sí. Cuando le preguntaban por ella, la memoria le devolvía una foto exacta.

Se veía a sí mismo en el centro del estadio Vasil Levski, completamente vestido de negro, en la boca un silbato, tarjetas amarillas y rojas brotándole de las manos, convertido en el ojo de un huracán de violencia que había arrancado en el campo para inmediatamente extenderse por las gradas. Yasenov, ya lo habrán adivinado, era árbitro, y aquel día le tocó en suerte impartir justicia en uno de los derbis más pasionales de Europa, el de Sofía. La rivalidad entre el Levski y el CSKA, los dos combinados más poderosos del país, servía esa noche de escenario para la final de la Copa de Bulgaria. “Traté de ser completamente justo, pero la presión en esos derbis era enorme”, confesaría años más tarde en un fantástico libro de Jonathan Wilson sobre el fútbol en el antiguo bloque comunista (Behind the Curtain). “Los dos ministerios que estaban detrás de ambos clubes, el del Interior y el de Defensa, rivalizaban por el poder dentro del Gobierno, y los jugadores saltaron demasiado motivados por sus superiores en uniforme. Bueno... y probablemente yo mostré demasiadas tarjetas”, concedería el exárbitro.

Aquella noche de 1985 Yasenov erró al conceder un gol con la mano del CSKA, mostró tres rojas, pitó dos penaltis y no dejó a nadie conforme con su actuación. Cada balón dividido se transformó en una batalla campal, mientras sobre las tribunas comenzaba a descender una sed de venganza mutua. Ganó el CSKA 2-1 pero el espectáculo, televisado en directo para todo el país, acabaría provocando una reacción sin igual.

Dos días después, el Comité Central del Partido Comunista Búlgaro –es decir, el mismísimo Gobierno del país– decretó la disolución obligatoria de los dos clubes. “Lo sucedido en la final de la Copa constituyó un espectáculo indigno. Las manifestaciones de gamberrismo protagonizadas por ambos equipos suponen una violación de las normas elementales de la moral deportiva socialista. Se trata de una provocación brutal frente al deseo de la opinión pública de poner fin a los fenómenos inaceptables en nuestro fútbol”. Firma: Todor Zhivkov, presidente de Bulgaria. Entre los dos clubes sumaban 12 internacionales, que dos semanas antes habían derrotado a Yugoslavia y a Francia –vigente campeona de Europa– para lograr la clasificación al Mundial de México. Nada de eso importó. Cinco de esos jugadores recibieron una sanción de por vida: Mihailov, Spasov, Velev y Nikolov, del Levski, y un jovencísimo Hristo Stoichkov, del CSKA.

Refundación forzosa

La rivalidad, como apuntaba el desdichado colegiado, venía de lejos. El Levski había sido fundado en 1914 en un entorno estudiantil y llevaba por nombre el apellido de Vasil Levski, un héroe nacional del siglo XIX. Tras la Segunda Guerra Mundial, en el país se instauró un régimen comunista. Y aunque las nuevas autoridades respetaron al Levski, primero obligaron a rebautizarlo como Dinamo y posteriormente a fusionarse con el Spartak. Sin embargo, a pesar de la absorción del club por parte del Ministerio del Interior, los aficionados mantendrían un cierto aura contestatario: “¡Levski significa libertad!”, coreaban los más atrevidos.

Por su parte, el CSKA replicó el modelo existente en otros países del bloque socialista. El ejército gustaba de tener un equipo, o más bien aspiraba a tener al campeón. Y en Bulgaria lo logró: el CSKA sumó 23 ligas, por las 12 del Levski. Pero tras aquella final el club militar se renombró como Sredets mientras el conjunto azulón se refundaba como Vitosha. Un engendro que duró tanto como el comunismo tardó en apagarse. Es decir, poco.

El cambio de régimen les devolvió su identidad, pero ha alterado el paisaje del fútbol búlgaro. Hoy los dos grandes capitalinos no dominan una liga que desde hace diez años solo conoce a un ganador, el Ludogorets Razgrad. Su perseguidor esta temporada, el CSKA, visita mañana al Levski en una nueva edición del ‘derbi eterno’. Stoichkov, el chaval de 19 años al que le levantaron la sanción un curso después de aquella violenta final, es ahora el tercer mayor accionista del CSKA. Él aún puede rememorar la noche del 19 de junio de 1985. Al árbitro Yasenov ese mismo recuerdo le acompañó –¿o quizá le persiguió?– hasta su muerte, en 2004. 

LEVSKI-CSKA

SOFÍA

42°70’N 23°33’E

Población

1.549.000 habitantes

País

Bulgaria

Distancia entre estadios

4 km: del Vivacom Arena (25.000 esp.) al Estadio del Ejército Búlgaro (23.000 esp.)

Hat-trick de consejos

CÓMO LLEGAR 

Madrid, Palma y Málaga cuentan con vuelos directos durante todo el año. Barcelona, Valencia y Alicante, con conexiones estacionales hasta el mes de octubre. Actualmente, desde la capital catalana se puede volar por menos de 40 euros.

QUÉ VISITAR

Quien viaje a Bulgaria este finde se topará con la jornada de los derbis. Como ya sucede en otras ligas, en una misma fecha se dan varias rivalidades. Además del ‘derbi eterno’, se celebra el pequeño derbi de la capital (Slavia-Lokomotiv) y el duelo de Plovdiv.

DÓNDE SALIR

El bulevar Vitosha, y el cada vez más moderno Ulitsa Rakovski, concentran buena parte de la vida nocturna. Domina la música house y el techno pero si prefieres algo más típico de la zona, en el bar Chalga mandan los ritmos balcánicos.

PRÓXIMO PARTIDO

Mañana, 06.03.2022 (13:00 h)