Elecciones europeas

El desencanto con el sistema empuja a los jóvenes hacia fórmulas autoritarias

Varios estudios alertan del descontento juvenil y la preferencia por los discursos de la extrema derecha - España abre el debate sobre avanzar la edad para ir a las urnas como mecanismo para fortalecer el compromiso democrático como Alemania

El desencanto con el sistema empuja a los jóvenes hacia fórmulas autoritarias.

El desencanto con el sistema empuja a los jóvenes hacia fórmulas autoritarias. / Redacción

José Luis García Nieves

Un fantasma recorre Europa. La amenaza ultra ha puesto en guardia a partidos tradicionales de todo signo. Algunos sondeos proyectan una hipotética mayoría de fuerzas extremistas y euroescépticas en el Parlamento europeo tras las elecciones del 9 de junio. Como corriente de fondo, diferentes estudios llevan tiempo alertando también de un cambio de tendencia: la desconexión de las nuevas generaciones con las instituciones y los procesos democráticos. La democracia flaquea por su eslabón más joven.

El descontento global que se ha asentado desde la Gran Recesión tiene también una dimensión generacional: está creciendo y adquiere la forma de insatisfacción con el sistema. Según el estudio mundial de Open Society Foundations, el 42% de los menores de 36 años cree que una dictadura militar es una buena forma de Gobierno, y el 35 % aceptaría tener un líder autoritario que no convocase jamás elecciones. La reciente encuesta de FEPS Europe concluye que uno de cada cuatro ciudadanos españoles en ese mismo rango de edad cree que la democracia "no siempre es preferible".

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en un sondeo del pasado diciembre, constata que, pese a la confianza general en la democracia española, un 12,3% de los menores de 24 años y un 12,7% de entre 25 y 34 prefiere un gobierno autoritario a uno democrático, casi el doble que la media del resto de la población. Al 15% de menos de 24 años le da igual la forma de gobierno.

Apoyo mayoritario democrático

Eso dicen los datos. ¿Es tan alarmante la situación? "Hay una preocupación que es importante. Las encuestas demuestran un punto de cabreo porque las preguntas son más superficiales, pero cuando investigas qué piensan, la inmensa mayoría apoya todos los valores democráticos". Quien habla es Javier Carbonell (Valencia, 1993), profesor asociado de la Universidad Sciences Po, de París, y co-autor del informe "Juventud vulnerable y democracia en España: ¿Están los jóvenes desconectados de la democracia?", de la Fundación Friedrich Ebert.

En su opinión, el problema no es tan grave. Más que una enmienda a la totalidad, es una cuestión de insatisfacción: "En el fondo tenemos un apoyo mayoritario a la democracia en términos abstractos, y una crítica muy grande al funcionamiento actual. Pero hay una minoría, grande, pero minoría, cuyo descontento es tan grande que ya pasa a no creer que viva en una democracia real, aunque quieren vivir en una democracia real". Y están dispuestos a dar un golpe en la mesa para llegar a ese sistema democrático. El peligro es que opciones autoritarias ganan apoyo porque venden que lo hacen "en nombre de la democracia". El discurso de la extrema derecha, que es el principal peligro, se hace en pro de la democracia. El elemento fundamental no es democracia contra autoritarismo, sino quién se hace con la bandera de la democracia».

Contra lo "mainstream"

Las encuestas señalan un apoyo considerable a determinadas edades a las opciones más extremas. Al igual que hace diez años el joven de izquierdas viró a Podemos, hoy el voto joven conservador salta a Vox. Entre los hombres jóvenes, por ejemplo, el 21,7% optaría por Vox, según una encuesta de 40dB de abril, una cifra que en mujeres cae al 10 %. El historiador argentino Pablo Stefanoni ha escrito que la rebeldía se volvió de derechas. "La única fuerza que va contra lo maistream y, como joven normalmente vas en contra de lo establecido, es la extrema derecha. Esta no está en el gobierno estatal; Sumar, sí. Y es menos contestatario que Podemos. Hay un elemento fundamental de esto: ir contracorriente. Pasa sobre todo en los hombres de derecha", insiste Carbonell.

La burbuja digital

La politóloga Anna López (Barcelona, 1986), introduce otra variable: el impacto de las nuevas formas de comunicación. "Los jóvenes han nacido en democracias asentadas, y además ven y entienden el mundo a través de las redes. Sus hábitos de comunicación son diferentes. Para el 39% de jóvenes entre 18 y 24 años las redes son su fuente principal para conocer la actualidad. Por tanto, es más influenciable por los mensajes que se crean y difunden en estas aplicaciones, sin intermediación como los medios tradicionales".

Y añade: "Además, sus principales autores se inscriben en la corriente de las extremas derechas globales o el alt-right (partidos, think thanks, medios, asociaciones, influencers…), una ‘telaraña patriótica’ que propone otro modelo de democracia a la liberal y pluralista porque no respeta los derechos humanos o la propia división de poderes. Pero también que normaliza posiciones antifeministas, negacionistas de la violencia de género, el cambio climático o que banalizan el fascismo". La experta recuerda que Vox es el partido que más invierte en campañas digitales para los jóvenes, con la influencia que comporta.

López apunta también a una corriente de percepción entre los jóvenes que "podría ser sistémica en nuestras democracias": "Las nuevas generaciones perciben que la democracia les condena a la precarización y que no resuelve sus problemas básicos, como los bajos salarios o el acceso a la vivienda. Esto explicaría por qué se muestran más proclives a lo que se ha llamado ‘modernización autoritaria’".

En el fondo del malestar, en efecto, aparece la precaridad. La desigualdad creciente en las últimas décadas y las sucesivas crisis hasta la pandemia parecen haber dejado en suspenso la promesa de la prosperidad. La marea del progreso se detuvo para algunos. Ese fallo de sistema se expresa hasta en lo más anecdótico. Un vistazo a las carteleras o plataformas como Netflix constata que el menú, hoy, está atravesado por el temor al futuro. Regresan distopías como Dune o Mad Max; el belicismo en democracias avanzadas, como Civil War; cataclismos naturales, invasiones alienígenas, zombis, el miedo a la Inteligencia Artificial o a lo desconocido. El futuro, más que como oportunidad, se proyecta hoy como escenario de incertidumbre. Y los jóvenes son los más sensibles a esa percepción.

"Nuestros padres pudieron sentir que el futuro comenzaba; nosotros tenemos la sensación de que el futuro está agotado, de que ya todo está hecho y que nunca podremos llegar a lo que se tuvo en su momento", sostiene Andrea Henry (Xirivella, 2000), presidenta del Consejo de la Juventud de España. "Hay un malestar de fondo".

La gente joven está enfadada, desmotivada, no puede acceder a una vivienda, la generacion Z ha sido criada con unas expectativas de estudiar para encontrar un buen trabajo, de hacer su vida y estamos en un momento en que vemos que no va a llegar. Precios más caros, salarios que no dan para alquileres...", enumera. El abanico del malestar incorpora factores que ninguna otra generación se había planteado en términos existenciales: "Somos la primera generación que se plantea incluso la primera certidumbre: no sabe en qué planeta va a vivir".

"Un presente continuo"

El catedrático Joan Romero aboradaba esta problemática en un artículo en Levante-EMV, del mismo grupo editorial, el pasado domingo: "Hablamos de un colectivo integrado por 11 millones de ciudadanos entre los 20 y los 40 años. Una generación atrapada en un presente continuo, plagado de incertidumbres e inseguridades, con el ascensor social averiado, sin horizonte de futuro y que percibe menos de lo que necesita en términos de gasto público".

La cuestión, conocidas las causas y sus consecuencias, es cómo revertir esta desconexión. El Consejo de la Juventud en España lleva años insistiendo en una medida concreta: rebajar el voto a los 16 años. El debate ha regresado. La ministra de Juventud, Sira Rego, ha propuesto un cambio que ya han madurado y ejecutado Austria, Bélgica, Malta o Alemania. Es una vía para acercar la política a los jóvenes, pero también de incentivar a la clase política para legislar en favor de este colectivo.

La "derechización" del joven

"Es una medida que favorecería que nuestro peso electoral fuera mayor (‘si no votas, no cuentas’) y se ha demostrado que cuanto antes empieza la gente a votar en mayor medida continua haciéndolo", señala Henry. "Es una cuestión de justicia", complementa Carbonell. "Te pueden cobrar impuestos pero no puedes decidir sobre política impositiva o laboral". ¿A quién beneficiaría este cambio? Anna López lo tiene claro: "Desde la irrupción de Vox se está consolidando un perfil de los denominados ‘nuevos votantes’ y jóvenes menores de 34 años: la ‘derechización’ de la juventud, especialmente de los varones. No solo votan por el partido de Abascal, sino son los que más se posicionan ideológicamente en la extrema derecha. De hecho, desde 1987 los hombres jóvenes se han convertido en el grupo que más rápido se ha ‘derechizado’ de toda la sociedad, algo que no había ocurrido nunca. Antes la población más ‘derechizada’ la ocupaban tradicionalmente las mujeres mayores de 65 años", concluye la politóloga.