Nadal, del confinamiento al récord más difícil en Roland Garros

Rafa Nadal, en acción durante uno de sus últimos entrenamientos en Francia

Rafa Nadal, en acción durante uno de sus últimos entrenamientos en Francia / EFE

Jaume Pujol-Galceran

De nada sirve ser el campeón y haber ganado 12 títulos en Roland Garros. De poco vale sentirse preparado física y mentalmente. Nada es lo que era y Rafael Nadal se mostraba preocupado por las condiciones en las que deberá afrontar la defensa de su título.

El número 2 mundial aterrizó en París el miércoles y, tras recibir el resultado "negativo" de la PCR por el coronavirus, que era la primera preocupación antes de empezar, el jueves ya se entrenó en la  Philippe Chatrier, con el techo cubierto por la lluvia. Pasó tres horas y el viernes no ocultaba su decepción ante la prensa. "Las condiciones son más difíciles: juego lento y una pelota superpesada que es una piedra para mí", valoraba como primera impresión. "Pese a todo, acepto el reto con mentalidad positiva, determinación e ilusión. La situación no es ideal y no pretendo engañar a nadie. Pero si estoy aquí es porque tengo ilusión de luchar por competir al cien por cien", insistió Nadal.

El tenista destacaba el frío que hace en París (ayer 9 grados), la previsión de lluvia para la semana. "Unas condiciones al límite para un torneo al aire libre", y aireaba su preocupación por las nuevas bolas. "Las probé en Mallorca y me parecieron lentas. Son duras y peligrosas para una lesión", dijo. "Es el Roland Garros más atípico y diferente que nunca haya jugado. Será como un torneo nuevo para Rafa y hay que ver cómo se adapta", destaca Francis Roig, entrenador del campeón mallorquín junto a Carlos Moyà.

“El torneo no solo es distinto y complicado por el coronavirus, también lo será por las condiciones en las que se jugará. En octubre, con menos calor, más humedad, días más cortos de luz natural o partidos que se pueden jugar en ‘indoor’, si llueve. Cambio de bolas. Es como un torneo nuevo para Rafa y hay que ver como se adapta”, valora el técnico catalán.

La casa parece la misma que Nadal conoce desde que ganó por primera vez en el 2005. Pero las reformas que se han hecho y el momento de jugar el torneo la hacen muy diferente. La central Philippe Chatrier, de la que Nadal conocía cada rincón al milímetro, se  ha renovado totalmente para colocarle un techo retráctil que permitirá jugar si llueve en París y en jornada nocturna, si es necesario.

SOLO 1.000 ESPECTADORES

No será ese cambio el único en la casa del campeón. Por las circunstancias de la pandemia del coronavirus el ambiente y la emoción de los partidos tampoco será igual, casi sin público en las gradas. Solo 1.000 privilegiados podrán acceder a una pista que alberga diariamente hasta 15.000 espectadores.

Una situación extraña que no le gusta a Nadal, como tampoco cambiar de costumbres en París. Este año no ha podido alojarse en el hotel Melià Alma de los Campos Elíseos, donde siempre iba. Esta vez ha tenido que instalarse en el hotel facilitado por la organización y, como el resto de jugadores, reducir su corte de acompañantes a Moyà y Rafael Maymó, su fisioterapeuta y sombra que le acompaña desde hace más de 15 años.

Cambios, quizás insignificante para muchos, pero molestos para alguien acostumbrado a colocar milimétricamente sus botellas en la pista, no pisar las líneas o pedir siempre la misma taquilla del vestuario, desde que ganó por primera vez en el 2005.

No serán solo esos detalles los que van a cambiar para Nadal en este Roland Garros donde opta a su decimotercer título, récord de récords, y donde podría igualar, si lo conquista el 11 de octubre, los 20 Grand Slams de Roger Federer. 

La pandemia del coronavirus también ha afectado a Nadal en esos siete meses de parón sin jugar. Había estado otras veces parado pero era por lesiones,  nunca por una situación que no podía controlar. “Nadie nos esperábamos algo así. Cuando volvimos de Indian Wells, en abril, nos pensábamos que eso duraría tres o cuatro semanas, no que estaríamos siete meses parados. Ha sido de locos, muy duro y a Rafa le costó al principio. Sufría por la incertidumbre y por la situación. Le cambió la vida. Rafa es un hombre de rutinas, de objetivos, le gusta planificarlo todo y no podía”, explica Roig. 

Nadal ha explicado cómo ha pasado estos meses. “Al principio me costó mucho. Me costaba levantarme. Hacer cosas. Las noticias eran terribles y lo que menos me importaba era el tenis”. Tardó en coger una raqueta. Su actividad en las redes sociales desapareció un tiempo hasta que, animado por Pau Gasol, inició una campaña para recoger fondos y ayudar a los afectados por el coronavirus con la que han recaudado 14 millones de euros junto a otros deportistas españoles.

“Cada día me decía, bueno, a ver ¿Qué hago hoy para no aburrirme?”, explicó en una charla con niños de su fundación que le preguntaban que hacía en esos días de confinamiento.

Hiperactivo como es Nadal, no fue fácil aceptarlo pero poco a poco se lo fue tomando con calma y hacer otras cosas que antes no hacía como estar con los suyos. “Nunca había estado tanto tiempo con Mery”, confesaba en una entrevista a la revista Hola junto a su mujer, con la que se casó un año antes. 

RED GIGANTE EN EL JARDÍN

Cuando Nadal vio que el parón del circuito iba para largo cambió el chip. Se hizo colocar una red gigante en el jardín de para practicar el saque. Empezó a hablar con todo su equipo y hacer videoconferencias por Zoom. “Hablábamos poco de tenis y mucho de todo lo que estaba pasando”, recuerda Roig. 

Nadal se animó y volvió a aparecer en las redes sociales colgando fotos y vídeos donde se le veía cocinando repostería, jugando al tenis en la terraza de su casa con su hermana, preparándose en el gimnasio, acudiendo a su academia y saliendo a navegar con su espectacular catamarán, el Great White, que le había llegado al puerto de Porto Cristo (Manacor), en pleno confinamiento. Incluso para aplacar su competitividad se apuntó el campeonato de Baleares de golf en el que acabó cuarto. 

LA SALUD, LO PRIMERO

“Pero en tenis no se puso las pilas hasta que vio que se reactivaba el circuito y decidir que no iría a la gira americana para centrarse en la tierra”, explica Roig. Nadal descartó viajar a Nueva York por la situación sanitaria del coronavirus y para cuidar la salud de su cuerpo.

“En poco más de un mes tenía que jugar dos Masters 1.000 y dos Grand Slam y eso suponía un desgaste físico y mental extremo que no le compensaba. Prefirió centrarse en Roland Garros. Creo que hizo bien. Rafa conoce su cuerpo y sabe que ya no puede estar en todas partes”, destaca el técnico catalán.

Ahora Nadal está fresco de cabeza y de piernas, aunque le falta ritmo de partidos. Quizás por eso vino la derrota ante Schwartzman en Roma pero eso, dice Roig, “es un tropiezo normal. Otros años le ha pasado pero llevaba más torneos de tierra y tenía más ritmo de partidos. Roma es el primer torneo que juega en siete meses antes de París. No ha tenido margen.  La derrota podía pasar pero no hay que ser alarmista. Después de ganar 12 títulos, aún se le puede poner un poco de favorito, ¿no?”, bromea el técnico catalán.

OBJETIVO DE DJOKOVIC

En las casas de apuestas la victoria de Nadal victoria se paga a 1,83 euros mientras que por la de sus dos rivales directos, Djokovic y Thiem, se dan 3,75 euros. El propio número 1 mundial lo ha destacado. “Todos sabemos quien es el favorito en París, no hay duda con todo lo que ha ganado allí. Pero Schwartzman demostró que se le puede ganar en tierra. Si quiero ganar Roland Garros deberé mejorar mucho mi nivel de juego”.

Djokovic también tiene sus retos en París. El tenista serbio busca el título para sumar su 18 Grand Slam para acercarse a los 19 de Nadal y los 20 de Federer. Desaprovechó una ocasión de oro en el Abierto de Estados Unidos al ser descalificado por dar un pelotazo a una jueza de línea.

Djokovic llega a París como número 1 durante 287 semanas, igualando a Pete Sampras, y a solo 23 del récord de 310 de Roger Federer. “Este récord es el que veo en el horizonte y lo daré todo para conseguirlo, pero mi gran objetivo es el récord de Grand Slams y trabajo para conseguirlo, aunque veremos que pasará en los próximos años”.

Tanto Nadal como Djokovic ya tienen a su rebufo aspirantes a rebasarles. El más destacado, el austriaco Dominik Thiem que, tras conquistar su primer Grand Slam en Nueva York, se siente “liberado” para aspirar al máximo en Roland Garros donde ha jugado las dos últimas finales.