Entrevista | Miguel Lozano Apneísta

“A -120 metros, la conexión mente-cuerpo-naturaleza es muy potente”

Miguel Lozano, apneísta profesional, es una de las pocas personas en el mundo que ha descendido a –120 metros de profundidad en inmersión libre.  

Pàgina 2 Entrevista (©Federico Buzzoni) (1)

Miguel Lozano, durante un ascenso / ©Federico Buzzoni

Tom Morgenstern

En toda la historia de la humanidad, 12 personas han pisado la Luna, pero sólo 8 han descendido hasta los 120 metros. Miguel Lozano es uno de ellos. Apneísta profesional, doble Subcampeón del Mundo en dos de las tres disciplinas de profundidad (Peso constante sin aletas e Inmersión Libre), en 2016 descendió hasta los -122 metros en Inmersión Libre. Un récord que lo sitúa actualmente como la cuarta persona ‘más profunda’ del mundo en esta disciplina, a tan sólo 5 metros del actual campeón (-127m). En octubre publica su primer libro “A -122 metros. El poder terapéutico de la apnea”. 

¿Qué es la apnea?  

La apnea deportiva, es un reto físico y mental. Como actividad es básicamente aguantar la respiración el máximo tiempo, hacer el máximo recorrido bajo el agua o descender a la máxima profundidad. Pero no solo utilizamos la apnea en el ámbito deportivo, sino también recreativo y terapéutico. Para aprender a aguantar la respiración, y también para jugar con nuestra motricidad, para reeducarnos posturalmente y por una larga serie de beneficios físicos y mentales.  

¿Puede ser una práctica peligrosa? 

Es un deporte muy seguro, tenemos los mecanismos de seguridad muy definidos, y el principal, es el sistema de parejas. Es como en la escalada deportiva, si vas con cuerdas, con arnés y con tu compañero, los accidentes son mínimos, aunque te puedas llegar a caer escalando. La apnea deportiva es lo mismo, disponer de una pareja te garantiza que siempre haya alguien atento para cubrir la seguridad y, por lo tanto, hace que los accidentes sean prácticamente nulos.  

Tú has tenido algún susto... 

Sí que es verdad que, en el alto rendimiento, cada vez nos acercamos más a los límites, y a pesar de existir unos protocolos muy definidos y tener una seguridad, al final el oxígeno se consume y yo he llegado a sufrir algún síncope. Pero estoy bien, y siguiendo los protocolos, se garantiza que no haya ningún problema.  

La apnea es una práctica minoritaria, ¿cómo empezaste en este deporte?  

Yo soy de Montgat, un pueblo del Maresme, en la costa catalana. Desde pequeño he estado cerca del mar, poco a poco fue creciendo mi interés por el agua y sobre todo por los animales marinos. Me pasaba el tiempo buscando pulpos bajo la roca, intentaba nadar lo máximo posible bajo el agua... Yo creo lo que hacía era algo relativamente innato como especie, como mamífero. Esto me llevó a la pesca submarina, a la natación en aguas abiertas, y finalmente, de forma natural descubrí la apnea. Llegado a ese punto decidí enfocar mis energías en descubrir aquello que sabía que me gustaba, pero sabía que tenía que practicar para poderme dedicar profesionalmente.  

¿Y cómo lo consigues? 

Lo primero que hice fue irme a donde estuvieran los mejores deportistas de apnea, a donde hubiera cultura de esta disciplina. Igual que los escaladores van a Yosemite o a Chamonix, o los alpinistas van al Nepal, los apneístas íbamos en aquella época a Dahab, Egipto.  

En el Mar Rojo, un paraíso para cualquier submarinista. 

Sí, y las condiciones que tiene, ya sea por la visibilidad, las aguas templadas o el clima, permitían reunir a gente de todo el mundo para entrenar con la misma pasión que tú. Dahab era un lugar para compartir información y unos conocimientos que te hacían evolucionar más rápido que en un lugar donde no existiera esa cultura.  

Y te fuiste a vivir a Egipto... 

En 2008, donde estuve dos años. Y ahí empezó el periplo de abrir mis primeras escuelas en Tenerife, Lanzarote (Canarias), y luego entrenar y competir por todo el mundo desde el Mar Rojo, el Caribe... Cualquier lugar que tuviera las condiciones perfectas y que además se combinará esa interacción con animales marinos, que hoy en día sigue siendo una de mis pasiones. No solo me dedico a enseñar y a entrenar, sino también a divulgar y a organizar viajes para practicar apnea, tanto a nivel deportivo-técnico como para interactuar con animales marinos.  

Tienes múltiples récords, entre ellos un descenso a -122 metros, ¿qué se siente al bajar a semejante profundidad? 

El descenso en la apnea deportiva es muy técnico. Tenemos que estar muy concentrados, sobre todo en la parte de compensación de los oídos. Desde los -30 hasta los -120 metros no nos movemos, dejamos que nuestro cuerpo vaya en caída libre, método que se ha copiado de las ballenas y, por lo tanto, lo que hacemos es estar en un estado de semi-letargo en el que el consumo es muy bajo. Pero estamos muy concentrados en mantener la tensión y la compensación de los oídos. Cuando llegamos a -120 metros de profundidad, la presión en sangre es tan alta que se puede producir una narcosis, que es una especie de borrachera de profundidad, que te provoca tener una falta de rigor, aunque mantengamos la concentración.  

¿Y desde el punto de vista emocional? 

Hay una mezcla de sensaciones, tienes la percepción de una soledad absoluta... y la falta de luz provoca que estés con los ojos cerrados o semiabiertos. Hay momentos en que se despierta el instinto de supervivencia, pero sabes que estás conectados a la superficie. Y cuando logras tener este conocimiento técnico, fisiológico, mental, adaptativo a la profundidad, eres capaz de estar en una conexión mente-cuerpo-naturaleza muy potente. Es una sensación extremadamente bonita y placentera. 

¿Cualquiera puede empezar a hacer apnea? 

Sí, totalmente. Lo importante es que se formen, que hagan un curso principal, ya que en dos o tres días te dan la base de la apnea deportiva, la respiración, la técnica, el aleteo, la seguridad, el rescate... todos los conceptos básicos que se necesitan para poder avanzar, y que se pueden dividir bajo tres pilares: el conocimiento, la técnica y la seguridad. Si sabes todo esto, si estás formado, descubres que nuestra especie está capacitada para aguantar mucho tiempo la respiración.  

¿La edad importa? 

Hemos tenido en nuestros cursos chavales, incluso niños con los que ya jugábamos más con la psicomotricidad, hasta gente de 100 años. Al final, lo que pedimos es tener unas condiciones físicas normales, lo mismo que para cualquier otro deporte. Como es una actividad muy técnica y mental, estas son las principales barreras que se va a encontrar un principiante, más que las físicas.  

¿Así, la parte mental también la trabajáis mucho? 

Desde el principio, construyendo ese conocimiento, esa técnica y esa seguridad. Cuando construimos esto, mediante la repetición, somos capaces de racionalizar este tipo de situaciones. Un principiante comienza haciendo una bajada de tres metros y sube, y, una hora después está bajando 25 o 30 metros. En este punto, significa que ha logrado tener una adaptación mental y técnica a este ejercicio. Físicamente ya estaba preparado, por lo que solo le quedaba adquirir el conocimiento.  

... 

Cuando tratamos con gente más experta, que baja a mayor profundidad, trabajamos más la psicología deportiva, el control de las emociones, la racionalización en situaciones en las que se despierta el instinto de supervivencia, los cortafuegos... Hacer entender cómo controlar tu cuerpo ante situaciones donde está en riesgo tu propia vida. Eso supone un desgaste y hay que trabajarlo mentalmente para poder gestionar esta situación, y que no penalice a nivel deportivo.