Vinicius Junior, ángel o demonio

Vinicius, encarándose con David García

Vinicius, encarándose con David García / EFE

Gerard López

Gerard López

A lo largo de los años siempre ha habido jugadores que por rendimiento o carácter han sido noticia de forma constante. Qué decir de Leo Messi, que ha sido un dolor de cabeza para los madridistas y los rivales durante casi dos décadas. O jugadores que han marcado tendencia. Sin ir más lejos, Gerard Piqué es un ejemplo de jugador muy querido por su afición y odiado por los grandes rivales, como Madrid o Espanyol.

Esta forma de pensar hacia Piqué iba más por las declaraciones y los dardos que tiraba que por faltas de respeto dentro del campo. Algo que sí hicieron los jugadores del Real Madrid de Mourinho. Me vienen a la cabeza Arbeloa o Xabi Alonso, que intentaron ponerse a la altura del entrenador y en aquella época veías actitudes que distan mucho del respeto hacia el rival.

El caso más cercano al de Vinicius es el de Neymar. Un jugador de talento innegable, con capacidad de empequeñecer a los rivales, que muchas veces se veía como algo fuera de la normalidad. Por esto fue objeto de duras entradas y la sensación que era el jugador al que debían cazar. Todo esto se repite y exagerado con Vinicius, sobre todo en los últimos meses. 

En este sentido, tengo opiniones contrapuestas. Por un lado, pienso que es un jugador único, junto a Mbappé el jugador con más desequilibrio del fútbol mundial, partiendo a pierna cambiada desde la izquierda, y con capacidad para encarar, marcharse por velocidad, con técnica en carrera y añadiendo la definición que antes no era brillante. Me sorprende mucho también su capacidad por repetir esfuerzos en alta intensidad. Su número de sprints es brutal para el nivel actual del mundo del fútbol. Vinicius juega como un ángel y marcará una época en el Madrid.

La otra cara de la moneda es el Vinicius demonio. Un jugador marcado por todas las actitudes en los campos de fútbol. En la final de Copa superó todas las expectativas. Esplendoroso en los primeros minutos, se fue demonizando con el paso de los minutos. Lo hizo él solo.

Amonestado por las protestas. Mostró su mejor y peor cara. Se tiró para provocar penalti, entró al trapo con todos los jugadores de Osasuna. No sé hasta qué punto el Madrid tiene un problema real. Si yo tuviera una situación así, lo trataría de puertas adentro. Hablar con él, de lo que está pasando y que en esta línea, saldrá perjudicado y su rendimiento se verá afectado. Gran parte de la prensa de Madrid lo defiende alegando provocaciones, pero la sensación es que él mismo se provoca y entra en todas las batallas sin necesidad. En Europa tiene otra actitud. Los árbitros aquí le permiten todas las protestas del mundo. Quizá va siendo hora de que sea expulsado y reaccione. Lo de ahora no se puede aguantar.