Un verano para no vender humo

Lionel Messi en su último partido con el PSG

Lionel Messi en su último partido con el PSG / AFP

Rubén Uría

Rubén Uría

Barça-Madrid, Madrid-Barça. Vasos comunicantes, enemigos íntimos y como el dinero genera extraños compañeros de cama, también aliados en la Superliga. Benzema (‘la realidad no es Internet’), Asensio, Mariano y Hazard. En dos días, el Madrid cierra un ciclo, se ahorra unos 75 millones en salarios, fabrica un margen bestial en su ‘fair play’ y se posiciona estratégicamente. Este verano Florentino sacará el ‘taco’.

En un mercado donde los ingleses tienen una chequera todopoderosa y donde el periodismo patrio se llena la boca de hablar de ‘clubes-estado’, el Madrid acudirá al mercado para conseguir un nuevo álbum de cromos. El mejor que su dinero pueda pagar. Al otro lado de la ventanilla asoma el Barça. Un club en el que no sobra un euro, que ya no salta con red, que despilfarró el dinero en cromos caros y que ahora, no se puede equivocar. Al Barça le tocará gestionar de manera prudente y sensata. Generará un espacio importante en su ‘fair play’ tras el adiós voluntario de Busquets y Alba (se fue perdonando dinero porque siempre tuvo más amor por el Barça que al euro), dará prioridad a inscripciones y renovaciones, tendrá que firmar agentes libres y tendrá que esperar al visto bueno de la Liga para poner en marcha su famoso plan de viabilidad. Por más que los tiempos del periodismo, las redes sociales y la gota malaya del ‘Twitch’ intenten vender ilusión y humo, los tiempos del club son los que son.

El Barça no puede presentar ofertas sin saber la normativa por la que podrá operar y negociar, teniendo claro qué dinero tendrá que ahorrar para generar plusvalías. La conclusión es clara: el Madrid saltará con red porque gestionó bien su dinero y el Barça, otra vez, tendrá que jugar a ser un funambulista que hace equilibrios en el alambre. En ese escenario futuro que implica a dos clubes cuyas realidades y problemas son dos vasos comunicantes, el Barça tendrá que manejarse en el mercado con sentido común. Que, en fútbol, suele ser el menor de los sentidos. Al socio habrá que explicarle la cruda realidad. El club no puede ni debe vender ‘humo’. Sonarán tres mil fichajes, cuatro mil jugadores y cinco mil consultas, pero más allá del interés, el sondeo, las posibilidades y los gustos, está la tozuda realidad. Una cosa es lo que el equipo necesita y otra, bien distinta, lo que podrá pagar.

Este verano, por más que la rumorología invente y parte del periodismo haga castillos en el aire, no habrá Haalands, ni Mbappés. Habrá austeridad, se tirará de cantera y se firmará a jugadores que acaben contrato. Buenos, bonitos y sobre todo, baratos. Poco ruido y muchas nueces. El futuro del Barça es el que es. Uno que no vende periódicos, que no da ‘clicks’ y que no puede entender de ‘galácticos’. Va de rebajas salariales, de no sobrepasar límites, de multiplicar ingresos y de generar una serie de propuestas elaboradas y sostenibles. El que avisa no es traidor.

GLORIA EN EINDHOVEN

‘Tornarem’. Aitana Bonmatí hizo una promesa y la cumplió. A la brava, con épica y una remontada, el Barça conquistó la Champions en Eindhoven, arrastrando a diez mil aficionados. Fue más que un título. Una lección de identidad, fútbol y valores. De propina, Aitana lanzó un mensaje al mundo: ‘Welcome refugees'. Campeona, dentro y fuera del campo. 

INSPECTORES Y CONCLUSIONES

Esta semana se publicó que la conclusión de los inspectores de la UEFA es que el Barça debe ser sancionado. Revuelo. Horas después, el Barça revelaba que la UEFA les ha pedido más documentación. Pregunta: ¿quién pide más documentación si ya tiene claras las conclusiones? A alguien se le está escapando la tortuga. Decidirá UEFA, no el 'periodismo'.