Lo urgente no es fichar sino rectificar el discurso

Laporta quiere fichar

Laporta quiere fichar

Ernest Folch

Ernest Folch

¿Es tan grave la crisis que atraviesa el Barça? El club del mundo más afecto por la pandemia, graves turbulencias institucionales, una nueva junta, la pérdida de su jugador franquicia, un cambio de entrenador y de ideario, el relevo traumático de su generación gloriosa combinada con múltiples fichajes y nuevos talentos que emergen: este es el complejo contexto en el que hay que enmarcar la virtual eliminación de la Champions y la derrota en el Bernabéu.

En un proyecto que casi ha empezado de cero, es lógico y comprensible que el Barça todavía no tenga la entidad para asaltar el Bernabéu ni mucho menos para jugar de forma consistente contra los grandes de Europa. Y es hasta normal que Xavi no haya tenido el tiempo suficiente para que cuajen sus ideas y para que este nuevo grupo se haya ensamblado.

¿A qué se debe, pues, el desánimo general? Parece claro: la realidad no se corresponde con las expectativas generadas. Es decir, el Barça no padece tanto una crisis deportiva como una crisis de discurso. Desde el club se inyectó primero una ilusión necesaria, pero que degeneró rápidamente en una euforia injustificada que ha vuelto como un boomerang.

El presidente Laporta ha sido el primero en hablar de "aspirar a todos los títulos" o en decir que "en el Barça no hay años de transición", discurso que sorprendentemente ha seguido Xavi y, con él, la mayoría del entorno.

La decepción que siente hoy el socio del Barça quizás no tiene que ver con los malos resultados sino con haber puesto, entre todos, el listón demasiado alto. Por eso el club tiene que empezar a explicar la cruda realidad: para llegar a la victoria deseada no existen atajos, por muchas palancas que se activen.

La única solución es ajustar de una vez los discursos a la realidad, y hace falta que el club sea valiente y se atreva a explicar que hace falta paciencia y mucho tiempo, y que la activación de palancas (que no es nada más que una venta de patrimonio a la desesperada) es una inversión a largo plazo, no una panacea para hoy. Es decir, hace falta una rectificación del discurso oficial para quitar presión a Xavi y al equipo, y para dejar de frustrar innecesariamente a la afición.

Alguien debe decir de una vez: necesitamos tiempo, los resultados tardarán en llegar y, lo sentimos, pero este también será un año de transición. Es decir, más autocrítica, menos fanfarronería, más humildad y más realismo. Y si es posible, dar la cara desde el club cuando se pierde, no solo cuando se gana. Con un discurso así, el entrenador y el equipo lo tendrán mucho más fácil.