Último baile en Qatar

Messi, durante el partido ante Países Bajos

Messi, durante el partido ante Países Bajos

Rubén Uría

Rubén Uría

El Mundial nos recuerda que este deporte es el mejor relato de la vida. Cuatro candidatos y un premio, alcanzar la inmortalidad. Si el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes, la copa de la vida nos arrastra a un final incierto, apasionante y lleno de contrastes. El destino busca campeón y el público, un equipo que alborote su pasión.

El milagroso gen balcánico

Croacia significa el milagroso gen balcánico, representa la generación de los niños de la guerra y la de unos tipos que jamás se rinden. Modric es la esencia del fútbol, Perisic un estilete de mecha corta, Gvardiol el central que necesita el Barça, Livakovic es el hombre de goma y la comunidad ‘ajedrezada’ sueña con su primer entorchado. Los chicos de Luka no bailan, pero compiten como si no hubiera mañana. Pregunten a Brasil.

Los leones del Atlas son un auténtico ‘matagigantes’

Marruecos es la primera selección africana en una semifinal del Mundial, es la capacidad de soñar el pequeño, es la eterna historia del David abatió al filisteo, el pequeño que se ha hecho un hueco entre los grandes. Entre el amigo de Luis Enrique (‘el ocho de Marruecos’), Amrabat, Achraf, Bono y compañía, los leones del Atlas son un auténtico ‘matagigantes’, un equipo de autor cuyo seleccionador vive inspirado en Simeone y un ‘cholismo’ que ha tumbado a Bélgica, España y Portugal. No son la mejor selección del mundo, pero son más duros que los clavos de un ataúd, tienen licencia para soñar y son un muro impenetrable.

Francia no es el equipo perfecto, pero lo parece

Francia es el vigente campeón, el canto del gallo, la órdiga de Platini, la elegancia de Zidane, la exuberancia étnica y la excelencia del fútbol champagne. Apoyado en un físico privilegiado, una defensa de granito y un contragolpe eléctrico, Deschamps es el alquimista de un equipo que conoce todos los arcanos del vértigo. Lloris es el guardián entre el centeno, Upamecano la línea Maginot, Tchouameni la piedra filosofal, Giroud desafía a la ortodoxia, Griezmann pone la poesía y Mbappé cobra los derechos de autor. Francia no es el equipo perfecto, pero lo parece. No tiene fisuras, siempre sobrevive, no hace prisioneros, mide esfuerzos y golpea cuando debe.

Nadie la merece tanto

Al fondo, Argentina. Ese país unido por un sueño, la canción eterna que dice que Maradona es más grande que Pelé y un tango en la piel. Scaloni armó un grupo con mentalidad de hierro y articuló una patrulla de gregarios al servicio de su estrella. Messi, que es Maradona todos los días y no se toma días libres, está a dos pasos de hacer posible lo que la caverna le decía que era imposible. Jamás ha querido dejar en la memoria de los hombres su canción, pero el mejor de la historia tiene su sueño al alcance de su zurda atómica. Es el último baile de Messi y persigue la copa más linda. Nadie la merece tanto.

GRACIAS LUCHO

Luis Enrique se marcha, la caspa se queda. El hombre cuyo crimen intolerable fue volver a ilusionar al país después de una gran Eurocopa, se va. Su adiós nos devuelve al protocolo habitual. Las facturas de los telepredicadores, la cizaña eterna, un nuevo seleccionador y la costumbre española de cambiar todo, para que nada cambie. Gracias, Lucho.

FUNERAL PARA ‘PATRIOTAS’

Los que tienen más selecciones que neuronas y saben de fútbol lo mismo que una piedra, nos contaron que Brasil iba a ganar el Mundial sin bajar del autobús. Exclusiva: Croacia les puso a bailar. La historia siempre se repite: adelantar los éxitos es el mejor modo de asegurarse el fracaso. Menudo funeral para el periodismo ‘patriota’ de garrafón