El tabú que ningún candidato se atreverá a romper

Mientras todo el mundo habla de los salarios del primer equipo de fútbol, no hay ningún precandidato a la presidencia del Barça que de momento se haya atrevido a plantear abiertamente un debate sobre las secciones deportivas

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Ernest Folch

Ernest Folch

Fin de ciclo electoral, inicio de un nuevo proyecto deportivo y una pandemia devastadora: el Barça vive ahora mismo un momento crítico, en el que deberá tomar decisiones, algunas dolorosas, que determinarán su futuro.

Ante la grave situación económica que atraviesa el club, hay infinidad de debates urgentes, que deberán abrirse inevitablemente en las próximas semanas: posible replanteamiento global del Espai Barça, probable venta de activos para poder sobrevivir, abrir o no la puerta a que los grandes patrocinadores participen de las decisiones del club, y por supuesto, si hay que renunciar a fichar y durante cuanto tiempo en un contexto en el que se recorta drásticamente el sueldo de jugadores y trabajadores.

De alguna manera estas cuestiones saldrán en la contienda electoral que está a punto de iniciarse, pero habrá otras tanto o más importantes de las que probablemente nadie hablará. Porque en medio de esta crisis profunda que estamos viviendo, en la que se empieza a discutir casi todo, sorprende que no se ponga encima de la mesa el coste brutal que tienen las secciones del club.

Según la memoria del club, el pasado ejercicio, la sección de baloncesto perdió la friolera de 22,3 millones, la de balonmano 7,6, la de fútbol sala 4,7, la de hockey 2,7, y el resto 2,2. En total, la contribución negativa de las secciones fue de 39,5 millones en un solo año. Pero hay más: solo en los últimos 5 cursos, el baloncesto ha perdido más de 120 millones de euros, según los propios datos del Barça.

En contraposición a la sección de fútbol, que, a pesar de la elevada masa salarial, el año pasado logró unos beneficios de 88 millones de euros. Es decir, que mientras todo el foco mediático se pone sobre los costes de los futbolistas, pocos reparan en que, a diferencia de los otros deportes profesionales, el fútbol profesional es autosuficiente e incluso capaz de generar sustanciales beneficios. O lo que es lo mismo: las grandes estrellas de fútbol son lo que permite al Barça tener patrocinadores de primer nivel mundial, vender camisetas, atraer turistas, etc. En cambio, las cifras ponen encima de la mesa una realidad muy dura: para poder competir, las secciones de los otros deportes tienen que ser altamente deficitarias.

En un contexto económicamente favorable, las pérdidas del baloncesto o del balonmano se asumían como el coste de un hecho diferencial que daba personalidad al club. Pero llegados a este punto crítico, parece incompatible mantener todas las esencias y, a la vez, competir con grandes clubes del fútbol que no tienen que soportar secciones deficitarias. Pero no se preocupen, porque difícilmente ningún candidato se atreverá a romper el tabú y plantear el debate sobre la reducción o supresión de las secciones.

Ya sabemos que el miedo a perder unas elecciones es casi siempre superior a la necesidad de introducir cambios.