El Sevilla pudo con el Barça, pero no con Messi

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Ernest Folch

Ernest Folch

El Sevilla barrió al Barça durante 87 minutos pero desatendió la ley más infalible del fútbol: en un partido en el que juega Leo Messi, puede suceder cualquier cosa en cualquier momento, incluso cuando ya parece que no hay tiempo para nada. El equipo de Montella no solo mereció ganar sino también golear: sometió al equipo de Valverde cuando jugaban once mortales contra once mortales, y tuvo múltiples ocasiones para marcar el 3 a 0. Pero como si se tratara de un guión ya previamente escrito por un ser superior, entró Messi y, una vez más, el partido adquirió un aire divino, empezó a bascular hacia el lado blaugrana, Luis Suárez aprovechó una ocasión perdida en el área y unos segundos después, el propio Leo se encargó de salvar un encuentro literalmente perdido con uno de sus tiros imposibles desde fuera el área, ejecutado con una determinación sobrehumana.

El Sánchez Pizjuán se quedó estupefacto, como si hubiese asistido en directo, y en plena Semana Santa, a pocos minutos de comenzar el Domingo de Resurrección, a uno de estos milagros que no se creen hasta que no se ven. En realidad, el Sevilla había hecho exactamente lo que tenía que hacer, y mucho más, para lograr ser el primer equipo que derrotara al equipo de Valverde en esta Liga, pero los caminos divinos son inescrutables y escapan a cualquier lógica científica. Porque puede decirse que el Sevilla pudo con el Barça, pero no con Messi, algo que de hecho es ya una rutina desde hace... Hasta la entrada del ’10’, el equipo de Valverde dio la sensación de que no terminaba de saber qué hacer con el partido: no sabía muy bien si defender o atacar, si especular o ir hacia arriba, con la cabeza más pendiente de la Champions que de cualquier otra circunstancia. Ningún jugador rendía a su nivel habitual, y alguno, como Paulinho, tenía síntomas de despiste agudo. Pero entró Messi, y el Sevilla empezó a sentir el vértigo del que ve que puede perder en un segundo todo lo que ha construido durante un largo y trabajadísimo partido. Y así fue, porque así ha sido siempre y así será: Messi impuso su ley, y el Barça está a tan solo un partido del récord histórico de imbatibilidad de la Real Sociedad, y se dirige como un cohete directo hacia la Liga, la Copa e incluso hacia la Champions. Con Messi los sueños no tienen límites.