Raphinha tiene un problema

Raphinha, durante el Mundial

Raphinha, durante el Mundial / AFP

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Brasil tiró el partido contra Camerún alineando a once suplentes y acabó con su propia imbatibilidad (0-1), ahora tiene un cruce de octavos agradable con Corea de Sur. Quién se ha puesto en una situación límite en este Mundial es Raphhinha. Sus dos primeros partidos en Qatar, contra Serbia y Suiza, fueron más que discretos y él mismo se puso en el disparadero. Las voces entre la prensa brasileña que piden que sea depuesto entre los once elegidos de Tite han ido ganando espacio y fuerza de forma exponencial. Y, para emporar el escenario, al blaugrana le ha nacido una competencia directa con una intensidad que no ha tenido el último año en la Seleçao. Antony pide paso.

El ahora futbolista del United, que salió de la base del Sao Paulo, aprovechó su oportunidad contra Camerún, en un partido intrascendente para la ‘pentacampeona’ y ahora el debate nacional sobre la posición de extremo derecho está servido.

Conociendo cómo funciona el proceso de raciocinio de la opinión futbolística brasileña en un Mundial, la presión en torno al barcelonista va a ser asfixiante hasta el próximo lunes y el cruce con Corea del Sur. El proceso es transparente y bien conocido: se elije un cabeza de turco y se pide su ejecución en plaza pública. Y Raphinha, que no cuenta con un coro periodístico a su favor porque se profesionalizó en el Vitoria de Guimaraes no en su país, es un blanco muy vulnerable.

Que el futbolista del Barça mantenga su status de titular, ya depende únicamente del grado de tozudez y fidelidad de Tite, porque Antony, futbolísticamente, está para desbancarlo porque su juego fue mucho más esponjoso, fluido y natural que la versión enyesada y sufrida de ‘Rapha’.

Que Tite decidiera hacer descansar a Antony a un cuarto de hora del final y pusiera en juego precisamente al blaugrana (cuando las 'vacas sagradas' ni calentaron) no es un buen presagio.  

El otro que aprovechó su oportunidad fue Gabriel Martinelli, que era el último de la fila de los ocho delanteros que Brasil se llevó a Doha y que ahora es una opción muy válida para funcionar de revulsivo por sus prestaciones tácticas. El delantero del Arsenal, de 21 años, es un valor en alza. Puede romperla tanto en banda, gracias a su poderío físico, como jugar de segunda punta, porque tiene recursos tácticos para moverse en espacios reducidos dentro del área.