Sin proceso no hay paraíso

Xavi Hernández, durante un entrenamiento del FC Barcelona

Xavi Hernández, durante un entrenamiento del FC Barcelona / Valentí Enrich

David Bernabeu

David Bernabeu

Aún atrapado por la decepción que le causó el empate en el arranque, Xavi Hernández se acercó al micrófono y acuñó los titulares de la noche: “Habíamos generado expectativas y nos han pesado”. Sin rodeos, aclaró... “no cambia nada. El objetivo son los títulos. La presión es para mí”.

Pocos entrenadores asumen en público la necesidad de volver a ganar. Ese detalle hay que reconocérselo a Xavi, que no sólo acepta el foco de la crítica - la inversión de Laporta le reduce el margen de error -, sino que lo hace con valentía, eludiendo el tópico al que se aferran muchos de sus colegas, que prometen trabajo al tiempo que se salen del plano cuando se les pregunta por los objetivos.

Xavi no se esconde, se autoexige y trata de responder a los sueños del presidente, cuyo discurso desde que tomó posesión parece más cerca del deseo que de la realidad. Tras años compitiendo mal, me pregunto qué le conviene al club: ¿debe estresarse por cumplir un anhelo aún sin solidez, volver a ganar; o debe centrarse en construir un camino creíble que le dé opciones de acariciar el regreso al éxito? Hay varias aristas.

El Barça tiene plantilla, pero no un gran equipo. Todavía no. Eso requiere un tiempo, aunque se fiche mucho y bien. Ya ni os cuento si llevas años lejos de la élite. A veces, la pretemporada confunde. En diez minutos, el Rayo mandó un mensaje: la liga es otra cosa y lo del Pumas, un rival sin nivel, jamás iba a ser una referencia.

Y luego está lo mucho que le queda a Xavi por ajustar. Problema capital en los laterales, sin futbolistas referenciales en la posición - Alba no empezó bien -; un mediocampo que pesa poco, donde sólo Pedri parece tener el mapa en la cabeza; y un ataque demasiado directo, precipitado, con poca pausa para someter al rival y esperar el momento para dañarle.

El aviso vendrá bien. En el Barça, bien lo sabe Xavi, los títulos siempre fueron una consecuencia del proceso. Y saltarse el orden sólo nos puede llevar a un caso: que no haya títulos ni juego. Calma.