Primera victoria de la nueva etapa

Higgins y Blossomgame, durante el Barça - Mónaco

Higgins y Blossomgame, durante el Barça - Mónaco / DAVID RAMÍREZ

Nacho Solozabal

Nacho Solozabal

El Mónaco es un equipo muy rocoso. Nunca se deja ir, y siempre da la sensación de que lo tienes al acecho para ver si llega su oportunidad. Además, la resaca copera era otro hándicap que los blaugranas debían superar para empezar a despegar cara al tramo decisivo de la temporada.

UN PARTIDO MUY COMPLICADO

Fue un duelo con dos escenarios opuestos, donde el descanso marcó un antes y un después. El Barça, consciente del nivel del rival, salió muy concentrado y con muchas ganas de resolver por la vía rápida. El ataque blaugrana estuvo muy acertado en los dos primeros cuartos. Un Abrines en racha rompía la férrea defensa visitante. Pero, el Mónaco no se amilanó. Cargó el rebote ofensivo, y se prodigó en constantes 1x1, que acababan en bandejas. Desde el banquillo aparecieron Vesely y Higgins. Dos piezas decisivas que impusieron un ritmo defensivo exigente y estuvieron acertados en ataque. En general, el perímetro blaugrana funcionó a pleno rendimiento en los dos primeros cuartos. Los monegascos no son conjunto de muchos cm. Su torre, Motiejunas, no hace valer su peso y, por tanto, acaban jugando con hombres pequeños, versátiles, que obligan a las defensas a jugar lejos del aro. Pero, para jugar de tú a tú al Barça necesitaban anotar de fuera. Y en los primeros 20’ no tuvieron su día. Al descanso, el parcial de 50-39 parecía que dejaba el camino bastante despejado.

AL RITMO DEL MONACO

Los jugadores del Mónaco salieron del vestuario con la lección bien aprendida. Si recibían otros 50 puntos, no tenían nada que hacer. Por tanto, se emplearon a fondo detrás, muchos contactos y faltas, para trabar el juego de los blaugranas. Lo consiguieron, en parte, en el tercer período ya que los de Saras ahora no encontraban tiros tan fáciles, ni podían mover con fluidez la bola en ataque. Apareció la pareja James-Loyd para acabar de complicar el escenario, con constantes jugadas individuales que los blaugranas no pudieron defender. Además, el juego del Mónaco se convirtió en muy lento, agotaban casi toda la posesión, y ello provocaba muchos nervios en los blaugranas. El definitivo cuarto fue de máxima tensión. Este básquet rácano del equipo rival se acentuó, y entre los jugadores del Barça empezó a cundir un cierto miedo escénico. Desacierto en ataque, tres pelotas perdidas de manera consecutiva, y muchos nervios. Los blaugranas no anotaron el primer punto, de tiro libre, hasta casi el minuto cinco. Suerte que el Mónaco, muy bien detrás, no estuvo fino en ataque. Al final, como casi siempre, apareció Higgins para dar aire al equipo. Y también Satoransky colaboró para que lo que pudo ser dramático, se convirtiera en un triunfo de mérito. Excelente victoria que hace desaparecer todos los fantasmas.