Pep's City: Guardiola en casa de los hermanos Gallagher

Guardiola, protagonista en Mánchester

Guardiola, protagonista en Mánchester / AFP

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Todos tenemos un fan torpe ahí dentro esperando vivir la vida de otros. Los hay de dos tipos: los chalados que dan la turra desencajados y los que se saben estridentes y se imponen una falsa contención. Yo fui de los primeros y mi grupo, Oasis. La primera vez que los escuché fue en el autocar del equipo de fútbol donde jugaba. Era 1995 y habíamos perdido por 13-0 ante el Espanyol de Jacinto Elá y Crusat. 

Alguien puso un casete recopilatorio y sonó ‘Wonderwall’. Algo debío llamarme la atención porque al día siguiente fui como un rayo a Disco 100 a escuchar ‘(What’s the story) Morning Glory?’. Oasis fueron para mí la puerta de entrada al universo ‘british’. Y ya entonces intuía que Noel era el talentoso, pero todos queríamos ser el bocazas de su hermano.

Liam se sabía una estrella antes de ser una estrella. Era arrogante, tenía actitud y a nadie le quedaba mejor el peinado mod y el chándal del City. Por supuesto que Damon Albarn y Blur molaban. Pero los que fuimos de Mega Drive nunca reconoceríamos en público que era mejor la Super Nintendo

Antes de Oasis todo lo que sabía de Manchester empezaba y acababa en el cuello de la camiseta de Cantona. Con ellos descubrí que había otro equipo que no era el United. Más cerca de casa, Guardiola, trataba de adaptarse a su primer Barça sin Cruyff. 

Era la temporada de Robson y nadie imaginaba entonces que Pep se convertiría en el Señor del City en el futuro. Así lo llama Noel Gallagher en el prólogo de 'Pep's City: The Making of a Superteam' de Lu Martín y Pol Ballús.

En el libro 'Pep's City' el aroma de la ciudad y su música impregnan una mirada íntima al día a día de Guardiola en Mánchester

Cuesta imaginar un inicio mejor para un libro sobre Guardiola y el City que con la mirada de una leyenda de Manchester y del britpop. La música que sigue sonando en una ciudad que se niega a escuchar a los gurus de la autoayuda (ni dios los mueve de su zona de confort) o bailar reggaeton. Oasis y pintas de toda la vida. Punto. 

No son ellos muy de pedirse un gin tonic con pétalos de rosa. The Stone RosesThe SmithsJoy Division. El pop  que suena en los garitos de la calle Oldham. Las bandas que sirven para abrir cada capítulo de ‘Pep’s City’.

-Preparad una lista de nombres para los agradecimientos- les dijeron en la editorial.

-Igual salen más bares que personas-les contestaron.

Y esa aroma de la ciudad está impregnada en cada página. También ese binomio, fútbol y música, que tan bien encaja y sirve para ordenar nuestras vidas  ¿O ustedes no recuerdan años por un título memorable o un disco que les cambió la vida? 

Pero sobre todo el libro nos acerca a la intimidad de Guardiola. Y es en ese día a día, lejos de los focos, donde hay algunos de los pasajes más interesantes como el capítulo ‘Un día en la oficina’. 

Esa cercanía a Pep es uno de los grandes activos del libro. Aunque a veces contribuya a una sensación de veneración y retrato inmaculado, que ya vimos en la serie de Amazon Prime dedicada al City. 

Por aquí descubrimos que quizás no fue una buena idea darle el carnet de conducir a Guardiola, que en el vestuario del City se escucha‘Wonderwall’ o qué discotecas frecuentan los jugadores.  

No lo duden: si abren este libro, tengan a mano una playlist de Spotify con los temas que sonaban en The Haçienda. ‘Pep’s City’ se lee bailando. 

ENTRE DIEGO Y MARADONA

El británico Asif Kapadia se ha ganado la etiqueta de documentalista de referencia con obras tan valiosas como ‘Senna’ (2010), ‘Amy’ (2015) y este ‘Diego Maradona’. Los tres con un denominador común: personajes mitificados y golpeados por la tragedia.

En su último trabajo explora la dualidad entre el personaje y la persona. “Con Diego iría hasta el fin del mundo, pero con Maradona no daría ni un paso”, recuerda su preparador físico, Fernando Signorini. “Sí, pero si no hubiera sido Maradona, todavía estaría en Villa Fioriti”, responde el ‘10’. Kapadia recurre a imágenes de archivo que nos transportan a una época de excesos. De jugadas (y adicciones) ‘maradonianas’.