La palabra es impotencia

"El Real Madrid estaría dispuesto a meter a Hazard en la 'Operación Mbappé'"

Hazard, en una imagen de archivo / Google

Rubén Uría

Rubén Uría

LA PALABRA ES IMPOTENCIA En Valdebebas Teté pareció Pelé. Y en Kiev, Taison pareció Maradona. Del resto se ocupó Solomon, que hizo honor a su nombre siendo juez y parte de la ejecución de un Madrid desastroso. Al descanso, los ucranianos llevaban seis horas sin marcar un gol. Después del asueto, el Madrid se derrumbó. Ganar la Champions es muy difícil. Ganar la Europa League, también. Ganar la Liga es complicado. Y ganar a cualquier rival con una preparación física lamentable, es imposible. El Madrid está roto y Zidane está en la picota. Si el fútbol es saber, querer y poder, el Madrid quiere y sabe, pero no puede. Le pesan las piernas una tonelada. La palabra que define al Madrid es una: impotencia. Y la peor pesadilla del madridismo, ser carne de Europa League.

FINAL EN SALZBURGO El Bayern Múnich pisó Madrid clasificado, con muchas bajas, pero con la vitola de ser el mejor equipo del mundo ahora mismo. Quizá por eso el Atleti, que se jugaba la vida, quiso emplearse a fondo para demostrar que a los colchoneros también se les debe tratar de usted. Joao Félix y Carrasco, que van de recital en recital, fueron una permanente migraña para los alemanes. Ambos apuñalaron al ogro bávaro hasta el minuto 70. Después, el equipo muniqués hizo cambios, pisó a fondo el acelerador y Müller niveló de penalti. Los del Cholo tendrán que esperar hasta el último partido para sellar su billete para octavos. Se la tendrán que jugar a una carta. Será en Salzburgo. Partido a partido. Final a final.

REPÓKER EN BUDAPEST No hay quinto malo. Eso debe pensar Koeman, que da descanso a Messi, Ter Stegen y Coutinho, pero persigue un repóker de triunfos en el grupo. Ganar en Hungría tendría doble efecto positivo: primero sería un alivio para la economía del club; y segundo, rearmaría aún más la moral de la tropa. Para crecer, el Barça necesita acostumbrarse a ganar. Ya saben, esa vieja ley no escrita que inmortalizó Luis Aragonés: “¿Qué es el fútbol? Ganar, ganar y volver a ganar”