Negacionistas de la Europa League

Dani Alves y Sergiño Dest en el entrenamiento del FC Barcelona

Dani Alves y Sergiño Dest en el entrenamiento del FC Barcelona / Javi Ferrándiz

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Por momentos, el Barça recuerda a ese aristócrata venido a menos que intenta guardar las apariencias de nobleza a toda costa. En su mansión hay goteras y casi no llega a fin de mes, pero cuando sale a la calle se viste impecablemente para guardar las formas y que nadie note su caída en desgracia.

Es normal que el barcelonismo añore la Champions, con su música su escaparate mundial, pero el equipo está donde está por deméritos propios. Y una vez aquí, bien haría el equipo, el club y el entorno en emplearse a fondo para ganar la Europa League. Una competición menor, pero una competición. Un título, al fin y al cabo. Y que viene con premio extra: ganarlo asegura una plaza en la próxima Champions, y además, como cabeza de serie.

Quedarse parado en la nostalgia de la Champions no lleva a ningún sitio: mal que nos pese, el nivel actual del Barça corresponde a la Europa League. El equipo azulgrana no está para competir con los grandes transatlánticos del continente. Si ya le cuesta un mundo ganar partidos en LaLiga (solo suma tres triunfos fuera de casa), mejor no imaginarse cómo le iría al Barça ante un PSG o un City.  

Xavi tiene un reto complicado: dar con la tecla para afrontar de la mejor manera un torneo con el que nadie contaba. El Barça no puede permitirse despreciar la Europa League o afrontarla como un mal menor. Tampoco conviene presentarse con la suficiencia de quien ha ganado cinco Copas de Europa y se rebaja a competir con equipos de la clase media europea: cualquiera de esos equipos está en perfecta disposición de eliminar al Barça.

Vendrán tiempos mejores, pero existen varios motivos para apreciar y valorar esta competición. Es la plataforma ideal para que el Barça crezca y para que los más jóvenes acumulen kilometraje en Europa. Jugar una final –la de este año se disputará en Sevilla- siempre es un objetivo atractivo. Ganar la competición asegura un ingreso de 8,6 millones de euros y un puesto en la próxima Champions.  

El factor histórico también existe: el Barça ya fue el rey de la Copa de Ferias (antecedente de la UEFA, luego convertida en Europa League) y de la Recopa de Europa. Ya puesto a competir, no estaría mal añadir a las vitrinas un título de la Europa League.

Otro ejemplo: en 2018, el Atlético de Madrid vivió como una auténtica tragedia quedarse fuera de la Champions. Dos incomprensibles tropiezos ante el Qarabag enviaron al Atlético a la Europa League. “Ahora mismo, la Europa League es una mierda”, llegó a decir Gabi, el capitán. 

Meses después, el Atlético jugó la final de la Europa League ante el Marsella. La ganó con comodidad (0-3) y la celebró con la solemnidad de los grandes títulos. No era para menos.