Messi y el nuevo espíritu del Barça

Messi, Busquets y Pedri celebran un gol del Barça

Messi, Busquets y Pedri celebran un gol del Barça / AFP

Gerard López

Gerard López

El Barcelona está asumiendo un perfil desconocido hasta ahora. Si históricamente tenía que jugar muy bien para ganar, si esta misma temporada era incapaz de remontar un partido, hoy es un bloque indomable en situaciones extremas. En base a la desorganización, cuando los partidos están abiertos, de ida y vuelta, sin nada que perder, cuando está contra las cuerdas, el Barça es un vendaval de juego ofensivo incontrolable para cualquier rival. Lo de Granada fue un auténtico espectáculo. Es cierto que, como ocurrió, el adversario te puede pillar a la contra pero es tanta la capacidad ofensiva hasta marcar cinco goles en poco más de media hora. No hay nadie en Europa con esta virtud.

Contra el Betis volvimos a vivir un nuevo episodio, un triunfo ‘in extremis’ que no hace más que reforzar la confianza del equipo. El vestuario ha crecido, está más unido, hay más comunicación, más fe. Hoy se ve capaz de competir contra quien sea y ganarle a quien sea. Y esto es ideal porque llega el momento clave con una semana grande con Sevilla en la Copa y con un partido en el Camp Nou con un rival asequible (Alavés) para adentrarnos en territorio Champions contra el PSG, un equipo que desde el sorteo ha perdido potencial. El Barça llega aquí en un buen estado de forma y con la sensación de que aguanta físicamente cualquier partido. 

Soportó varios choques de 120 minutos, desplazamientos tras partidos a última hora, sin apenas descanso y no se ha caído. Todo lo contrario, mostrando un excelente nivel en los finales de partido. Exceptuando la lesión de Sergi Roberto, no hay roturas musculares (la de Ronald Araujo fue fortuita). En otra época, hubieran caído como moscas y hoy tienes la sensación de que el equipo es más duro que nunca. Esto es un punto a favor para Ronald Koeman y Albert Roca, el preparador físico.

NOMBRES PROPIOS Sobresale en el equipo el nivel de implicación y el estado de forma de Leo Messi, que asusta a los rivales. Hay que añadir el nivel nunca visto hasta ahora de Ousmane Dembélé, el acierto como goleador y como asistente de Antoine Griezmann siendo el tercer componente de la delantera, las incorporaciones constantes de Jordi Alba, que cuando el partido se descontrola es otro delantero a banda izquierda (Dos goles en Granada), la sensación de que los interiores (De Jong o Pedri) tienen la capacidad de crear, de organizar y, en el caso del holandés, de sumarse al vendaval ofensivo con sus características de box to box. Y se junta la buena noticia, por fin, de la aparición de Trincao que, hasta ahora, sufría del acierto de los porteros o de los palos. Messi, Dembélé, Griezmann, Alba, Pedri, De Jong, Trincao… siete atacantes sin un equipo capaz de frenar este aluvión de juego ofensivo.

Todo liderado por un Messi impresionante, superimplicado en la causa, asustando a los rivales y motivando a los propios compañeros. El Barça recuerda al Real Madrid del pasado, ese equipo capaz de ganar incluso finales de Champions gracias a una mentalidad fuera de lo común. A diferencia de ese Madrid, sin embargo, el Barça no lo hace lanzando balones a la olla sino que la pelota rueda a una velocidad infernal y con una precisión indefendible. Es este el estado de gracia que ha conseguido alcanzar en los últimos partidos. Hay que admitirlo, el Barça es hoy un equipo especial.