Messi sí, pero no

Messi junto a Jordi Alba y Busquets y las respectivas parejas

Messi junto a Jordi Alba y Busquets y las respectivas parejas / Instagram

Carles Sans

Carles Sans

Lo mejor de la noticia de que Jorge Messi y el presidente Laporta se vieran el jueves pasado en Barcelona es que se vieran. Es decir, después de la desgraciada manera con la que el astro argentino tuvo que dejar el Barça, se imponía una solución que recondujese la situación. El mejor jugador de la historia del club y del mundo no podía salir de esta manera. Ya han sido demasiados los cracks del Barça que se han ido del club con más pena que gloria.

Dicen que en la reunión se habló del merecidísimo homenaje que se le debe, que debería de ser por todo lo grande; también de los desagradables comentarios de un hermano que no pinta nada en este negocio y que en charla cervecera se dedicó a criticar al club y su presidente. Y dicen que se habló también del posible regreso de Leo al club. Este último asunto es lo que me gustaría comentar.

Si Messi regresa algún día, espero que sea para desarrollar una actividad técnica dentro del área deportiva o representativa; es decir, director deportivo, embajador del club, un cargo acorde con la categoría del jugador. Espero que no se esté hablando de regresar como jugador. Como tal, Messi ya nos ha dado todo lo que nos tenía que dar; ahora es historia, reciente, pero historia, y el equipo ha de mirar sin él hacia delante.

Se han ido marchando la vacas sagradas y hemos de estarles eternamente agradecidos por habernos dado tanto, pero este Barça vive ahora una realidad distinta a la de la época de esos cracks en que el club disponía de otra economía. Digo eso porque todavía hay algunos que piensan que Leo puede volver a jugar con el equipo. De poder, puede, seguro; pero nosotros debemos saber pasar página.

Les aseguro que no todos los jugadores del vestuario actual se alegrarían de su vuelta. Messi es mucho Messi y con él llegarían de nuevo ciertas dinámicas ya superadas una vez que él se fue. Messi es un mito al que hay que cuidar y ofrecerle en bandeja la posibilidad de que nos represente por todo el mundo. Eso sí, sin hermanos de por medio.