De mediocentro... Frenkie de Jong

Tal vez este artículo pierda vigencia en tan sólo diez días, siempre que Frenkie de Jong cambie el paso y acepte salir con destino a la Premier. Pero a un suspiro casi del cierre de la ventana, el entorno del medio neerlandés transmite todo lo contrario. Lejos de plantearse su fuga del Camp Nou, el paso de los acontecimientos le sigue dejando, a día de hoy, más dentro que fuera del nuevo puzzle de Xavi Hernández. La fotografía es sencilla: De Jong se acerca al Barça casi al ritmo que Bernardo Silva se aleja de él; y esa es una baraja con la que el técnico ya empieza a jugar, a la espera del último arreón del mercado.

Por eso, tras varios partidos en la suplencia y ante la baja de Busquets, Xavi le puso en Donosti. De mediocentro, no de interior. Lo que siempre pretendió Frenkie. Para ver el juego de cara, para mandar en la distribución y para elegir, a su venia, cuándo se va de excursión y cuándo no. Me pareció un mensaje meridiano del míster; porque pudo meter a Pjanic pero sabe Xavi que, de quedarse, el futuro pasa por el rubio centrocampista. Le salen a Busi nueve meses de brazalete, no más, y tras 14 años de magisterio en esa posición, hay que empezar a escribir un Barça sin él. Para mí, no hay duda: De Jong es el relevo. Nadie, tampoco Frenkie, hará lo que ha hecho Busi, convertido en la pieza que ha movido el mejor Barça de la historia en un contexto casi irrepetible. Pero De Jong, menos posicional, tiene todo lo que le falta a Busi: conducción, cambio de ritmo, potencia y capacidad para superar líneas.

El domingo, con Pedri a su vera -necesita el holandés una referencia cercana que equilibre su movilidad- , completó una actuación que hizo olvidar su pérdida en el gol local. Para un fútbol que en Europa tiende más al vértigo que a la elaboración, Frenkie (sólo 24 años) no debería ser, en circunstancias normales, un producto en venta. Es más, si se queda hay que luchar para juntar un sueño: Frenkie-Pedri-Bernardo. Por ejemplo.