Las cosas de Emilio

Y el Madrid, qué ¿campeón de Europa, no?

Sergio Ramos

Sergio Ramos / AFP

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

No seré yo quien diga que el Real Madrid hace trampas. No seré yo quien diga que al Real Madrid hay que quitarle, como poco, la Champions de Cardiff. No seré yo quien escriba que ahora empiezo a entender tantos y tantos éxitos europeos del conjunto blanco. No seré yo quien comente que el poder de Florentino Pérez llega hasta los controles de dopaje que pasan sus estrellas. No seré yo quien denuncie, sí, denuncie, que la UEFA hace manga ancha con los poderosos y les admite cualquier excusa.

No seré yo, no, quien diga todo eso pero, la verdad, suena como muy escandaloso que un equipo, un club histórico, como el Real Madrid, que farda, que chulea a los demás echándoles a la cara su grandiosidad y gran, enorme, organización, haya sido descubierto en dos adulteraciones, descaradas, de controles antidopaje y aquí no haya ocurrido nada. Suena como demasiado vergonzoso y, como todo lo que huele mal, acabamos enterándonos de una forma poco ética, es decir, por la filtración de papeles (auténticos) que dicen, sí, que a Sergio Ramos (o, peor aún, al mismísimo y poderoso Real Madrid) le han pillado con el carro de los helados.

Si hablas con quien sabe de esto, que no puede ser otro que un gran, enorme, especialista de ciclismo, como mi amigo y compañero Sergi López-Egea, te dirá que eso que le descubrieron a Sergio Ramos en Cardiff y, luego, otra vez, tras un partido de Málaga (eso es lo que me mosquea, Sergi, que hayan sido dos veces y dos pifias, dices tú, del equipo médico del Real Madrid “que es de los buenos, buenos”), no es propiamente dopaje.

Y, mucho menos, a final de temporada cuando, presumiblemente, todos, perdón, muchos de los futbolistas suelen pincharse corticoides (“eso no es EPO, Emilio, no anabolizantes, ni doping de verdad, a gran escala, prohibido”) para soportar el dolor que tienen en sus articulaciones o en alguna lesión seria, que han ido arrastrando durante el resto de temporada. El problema, cuentan los que más saben de esto, es que, fruto, tal vez, vaya usted a saber, de la euforia de la conquista de la Champions (y ¿qué euforia hubo en Málaga donde ocurrió tres cuartos de lo mismo?), a los médicos blancos se les olvidó señalar que su central había sido pinchado con corticoides.

El problema es que si todo eso hubiese ocurrido a la luz pública (o casi, tampoco pido luz y taquígrafos, aunque no estaría mal), nadie, ni siquiera yo, que estaría encantado de denunciar un auténtico dopaje de un mito, de un ídolo blanco, del estandarte del mismísimo Real Madrid, podría clamar justicia. Insisto, el problema es que entre el Real Madrid y la UEFA (no digo Sergio Ramos, por supuesto) han hecho un montaje, han hablado entre ellos, justificado la inyección y aquí paz y gloria. Y, de pronto, nos enteramos que, sí, que eso ocurrió. ¿Justificadamente?, no, no, nadie dio explicaciones. Es más, el Real Madrid y sus magníficos médicos las dieron cuando los pillaron.

Es evidente, como me comenta Sergi, que algo así le puede ocurrir a cualquier. Es más, él cree que más de la mitad del pelotón va en esas condiciones en los últimos cinco días del Tour, pero no es dopaje. Como todo en esta vida, el problema es hacerlo de forma oculta, con la sensación de que si no me pillan, mejor que mejor. Y eso, dada la talla del Real Madrid, el hecho de que se trataba de una final de la Champions, que no es poca cosa, y que era el capitán, la verdad, suena como ha mentirijilla no comentarlo antes con las autoridades médicas de la UEFA.

Bueno, pues eso, que este es un asunto que huele muy, muy, mal y que el Real Madrid y la lavadora de las malas noticias blancas se encargarán de desmentir, matizar, limpiar en las próximas horas si no han empezado ya a llamar a las redacciones para dar todo tipo de explicaciones. La primera, que la UEFA dio carpetazo al asunto (perdón, a los dos ‘positivos’) lo que no es motivo de orgullo, pero ellos así lo defenderán. 

“Eso sí, encima, va el tío y se ducha cuando está prohibido. Muy listos no son, desde luego. O, tal vez, son demasiado pillos, sí”, me sugiere Sergi. Yo, insisto, me fio de quien sabe, de mi amigo López-Egea, que dice que eso no tiene pinta de ser dopaje. Cierto, Sergi, no tiene pinta de ser dopaje pero, tratándose del Real Madrid, la inmaculada institución del fútbol mundial (según ellos) tiene mala pinta. Muy mala pinta. Y está bien que alguien le saque los colores, porque somos muchos los que llevamos sospechando demasiadas cosas de la Casa Blanca y sus maneras de conseguir los títulos. Todos, no solo los europeos.