Las lágrimas de Suárez son las lágrimas de Messi

Luis Suárez tiene un futuro incierto

Luis Suárez tiene un futuro incierto / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Luis Suárez no es el culpable de todos los males del Barça. Aunque, en algún momento, lo haya parecido. Desde el club le han señalado desde el primer instante. Y conseguir su salida se ha convertido en la máxima prioridad de este mercado. Y no solo por su alta ficha (10 millones de euros limpios por temporada). Romper su binomio con Messi se ha considerado clave para la renovación del equipo. De hecho, Koeman lo dejó claro desde el primer día: no contaba con Suárez a pesar de ser el tercer mejor goleador de la historia del Barça. El nuevo entrenador se lo dijo, en privado, en su reunión telefónica y se lo ratificó, en público, dejándole fuera de la convocatoria en los tres partidos amistosos de preparación. Suárez, como es lógico en un futbolista de su edad (arraigado familiarmente a Barcelona), se ha resistido a irse.

Pero, al final, ha tenido que rendirse a la evidencia. Aunque no sin dejar de protagonizar un show (a su pesar, me consta) con su traspaso al Atlético. En su obsesión por desprenderse del uruguayo, el club estaba dispuesto a regalarlo y, encima, pagarle una parte (importante) del año de contrato que le quedaba. Pero cuando Bartomeu se dio cuenta de que podía irse gratis a un rival directo como el Atlético, entró en pánico. Y llegamos entonces al ‘donde dije digo, digo Diego’. Y se ha pactado un ‘traspaso’ con el club rojiblanco con cero ingresos de entrada pero con 4 millones en variables... Como si los goles que marque, a partir de ahora, para el equipo de Simeone dolieran menos si se cobran cuatro euros por ellos...

Puede que la etapa de Luis Suárez en el Barça tocara a su fin. Pero el trato que ha recibido el delantero uruguayo en todo este proceso no se corresponde con su trayectoria como blaugrana. De ahí sus lágrimas al abandonar ayer el que fue su último entrenamiento con sus compañeros. Lágrimas tristes por el final de una época. Lágrimas que, seguro, comparte su socio/amigo Messi, que se ha quedado huérfano en el vestuario del Camp Nou.