Opinión

Laporta y el Barça, de ridículo en ridículo

Laporta y Xavi, en la rueda de prensa

Laporta y Xavi, en la rueda de prensa / Dani Barbeito

Lo que le está sucediendo al Barça estos últimos meses parece sacado de un guion de telenovela mala: el ridículo es de tal magnitud, que ni el más culé de los culers, tiene ya argumento alguno para defender absolutamente nada.

Si el rey Midas tenía la capacidad de convertir todo lo que tocaba en oro, esta junta directiva tiene la habilidad opuesta. Y es que igualar la pésima gestión de la anterior junta es motivo suficiente para tomar cartas en el asunto.

Laporta, tras el éxito de su primera etapa en el club, ha dinamitado toda su buena imagen pasada en esta segunda fase. Convertido en una caricatura berlusconiana, cada una de las decisiones que ha tomado, ha estado envuelta de polémica. En el momento que pegar tres gritos o cantar cuatro cánticos no ha sido suficiente para esconder alguna cosa o ganarse fácilmente el apoyo de los aficionados, en ese momento en que uno debe ser serio para tomar decisiones, el castillo de naipes se ha caído siempre: empezando por las filtraciones a la prensa, pasando por las promesas incumplidas y acabando por la nefasta gestión del entrenador.

Hoy, parece ser que Xavi vuelve a estar más fuera que dentro, y algo que a priori parece una buena decisión, se ha convertido en un nuevo capitulo de este show ridículo capitaneado por el presidente. No hacía falta convencer al mister para que se quedase, mucho menos montar el paripé que se montó en la rueda de prensa donde se anunciaba esa decisión, era innecesario porque entre bambalinas se sabía que era tan solo una cuestión económica y que más pronto que tarde todo iba a explotar por los aires.

Ha sido suficiente unos pocos días, menos aún de los que pensábamos los más pesimistas, debo reconocer. Veremos como concluye este nuevo capítulo, pero el ridículo que está dando el club delante todo el mundo, costará borrarlo de la memoria colectiva.

Quién nos ha visto y quién nos ve. Laporta y su junta deben salir a dar explicaciones, pedir perdón y si hace falta, por el bien del Barça, dimitir. Y es que Joan Laporta debe ser consciente de que ya no tiene a su lado a dos genios como Cruyff o Begiristain, en cambio tiene a gente que le mal asesora y que le permite quedar en ridículo día si día también. Reconducir esta situación parece misión imposible, entonces, si no queremos abrir aún más la herida, es momento de tomar una decisión, y, quizás, la mejor de ellas sea irse.