Opinión

Jugadores del Barça por esos mundos

Pedri atiende a los medios de comunicación en Los Ángeles

Pedri es una estrella consolidada / Valentí Enrich

Ahora está fuera de radar el Barcelona, por esos mundos. Cuando los hijos se van por primera vez de casa, para ir por esos mundos, generalmente no dejan otra huella que la que va dejando atrás su tarjeta de crédito, hasta que caen enfermos o buscan (más) dinero. Al Barça, a los jugadores del Barça, me gusta tratarlos como hijos propios, aunque es lógico que ellos, los futbolistas, al contrario que los hijos, no tengan ni idea de nuestras preocupaciones.

En realidad, a los profesionales del fútbol nosotros les damos igual, en primer lugar, porque desde que llegan a los equipos dejan de ser adolescentes necesitados de vigilancia cercana, y en segundo término porque son indiferentes ante las preocupaciones de sus parientes.

Así que cuando el Barça viaja, sobre todo en estas épocas veraniegas, suelo estar en vilo desde que salen hasta que aterrizan, y luego los sigo como si los vigilara por las huellas que deja google. Por supuesto que a ninguno de ellos los conozco, aunque los atisbo. De cerca conocí a futbolistas cuando era un joven cronista futbolero en Tenerife y me nombraron seleccionador de la zona de mi nacimiento. En un caso y en otro advertí en los jugadores una enorme capacidad de engreimiento.

En seguida que dejaban el cascarón protegido de la niñez ya eran como adultos juveniles que iban por su cuenta y riesgo, sin tener en cuenta los consejos, advertencias o posible sabiduría de los mayores. Luego conocí a jugadores más adultos, entre los cuales estuvieron Emilio Butragueño o Jorge Valdano. Ambos madridistas, don Emilio siempre fue circunspecto, hasta cuando jugaba en la delantera y, como todo futbolista, cultivaba la sabiduría que venía de los entrenamientos. Era altanero, buen jugador, y callado, por eso se creyó siempre, con razón, que era muy inteligente, pues aquellos que hablan lo justo saben más que los que hablamos demasiado, seamos futbolistas o, como es mi caso, juntaletras.

Después vino a mi vida de periodista, en persona, Jorge Valdano, acaso el más inteligente de los futbolistas con los que hablé, y sigo hablando. Pasó por el Tenerife, con éxitos ya bien conocidos, dirigió el Real Madrid, de cuyas filas fue gran jugador, y además es quizá el escritor de fútbol, con Besa, Segurola, Pérez de Rozas y don Alfredo Relaño, que mejor lleva la palabra a la acción.

He conocido a otros; conocí a don Luis Suárez, conocí a Zubizarreta, conocí a Pardeza. Pero con ninguno he tenido, la verdad, la sensación de que tuviera que cuidarlos. Esto último me sucede con los muchachos del Barça, sobre todo. No con los de la selección, por ejemplo: con los del Barça. Como si fueran desvalidos. Ya conté que conocí fugazmente a Jordi Alba, que ahora ha salido, ay, de mi radar, y a Ansu Fati, en una consulta de fisioterapia. Por fortuna, éste sigue estando cerca, en el Barça, no se les ha ocurrido la nefasta manía de traspasarlo o dejarlo en barbecho. Y por esos mundos tengo ahora, también, al muy sobresaliente paisano Pedri.

Estos días en que, como los restantes jugadores del Barcelona, él anda por esos mundos, me preocupo de él, de su salud, de lo que hace y de lo que dice, que puntualmente me lo cuenta SPORT. Ya está mejor, ya está bueno, me van diciendo, pero hoy me parece que voy a saberlo mejor puesto que tengo previsto ir a almorzar al muy buen restaurante de su padre en Tegueste, Tenerife, y en algún momento me dará noticias suyas, pues el padre conoce muy bien esta manía que tengo por saber cómo va la salud de los futbolistas del Barça que andan por esos mundos.

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