La insoportable levedad del culé

Luis Enrique y Valverde esta campaña

Luis Enrique y Valverde esta campaña / EFE

Carles Sans

Carles Sans

Final de temporada y con ella llegan las imágenes de todos los años con la desbocada alegría de los equipos que ascienden de categoría en contraste con la desoladora imagen de los que bajan, y la siempre paradójica felicidad de los que, in extremis, salvan la categoría en los últimos partidos. Entre unos y otros son unos cuantos los clubes de cada división que pasan por intensos estados de ánimos en estas fechas, sea por un motivo o por otro. Solo quedan excluidos de las emociones fuertes los de la parte media de la tabla, los que han hecho los deberes de no descender pero que no pueden alegrarse demasiado porque no han conseguido título alguno. Es como morirse e ir al limbo, ese lugar donde iban los libres de pecado original pero que no han acabado de cumplir con la fe del bautismo, es decir, con la esperanza de ganar algún día algo. Bueno. No está mal, pero el final de temporada para ellos es un “ni fu ni fa”.

También en estos días llegan las despedidas de jugadores y entrenadores de sus aficiones, aunque en el caso del Barça nos hemos acostumbrado a que sean más bien huidas. Se fue Guardiola “per no prendre mal”. Se ha ido Luis Enrique, por algo parecido; Sandro Rosell se fue por patas sin que nadie entendiera bien el porqué; un taciturno Victor Valdés se quiso ir a toda costa sin dar explicación y sin el merecido reconocimiento por su innegable entrega. El añorado Carles Puyol, después de tantos años en el club se fue sin el homenaje que hubiera emocionado a jugador y afición, algo así como el que ha tenido Francesco Totti en la Roma… Solo Xavi se le hizo algo parecido. Todos se fueron habiendo sido gente principal en la historia de este club y nos hemos quedado con las ganas de agradecer las muchas alegrías que nos han aportado. 

Ahora llega mi admirado Ernesto Valverde, un buen entrenador y una persona con las tablas suficientes para aportar conocimiento, títulos y… salir corriendo en dos o tres años a lo sumo. Démosle ahora la bienvenida porque el adiós, según va la cosa en esta casa, será suministrado con brevedad y a la carrera. ¿Por qué será?