Imaginen un fútbol sin guerras de poder

Alexia, ante Suecia

Alexia, ante Suecia / AFP

Marc Menchén

Marc Menchén

A la gente le gusta el fútbol. Y a mucha gente que se ha desarrollado en este deporte también le gusta mandar. Hasta los políticos quieren sentir que poseen cierta influencia sobre lo que acontece en una de las industrias que en España, ya no es que sea relevante por el dinero que mueve, sino también por la incidencia pública que tiene.

Y el proceso de renovación de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) está siendo un claro ejemplo. Usada por muchos para crear un contrapeso ficticio a LaLiga en los últimos cinco años, hoy se recoge cable, se pasa la factura que no se quiso pasar por una gestión más que cuestionable y se imponen decisiones que el regulador por sí mismo no se habría atrevido a acometer.

En este sentido, hay que aplaudir la firmeza de las jugadoras de la Selección, que con los discursos de Irene Paredes y Alexia Putellas han dejado claro que ellas sí quieren coger el altavoz y usar el deporte como el mecanismo de transformación social que es.

La duda que tenemos algunos ahora es qué vendrá después del denominado Rubialismo. Pueden apostar sobre seguro a que algún dirigente territorial querrá optar al cargo, y entonces deberemos preguntarnos qué aptitudes o potencial tiene cualquiera de los que han aplaudido y tolerado un modelo de gestión que ha enfrentado a la Federación con el fútbol profesional, una amplia mayoría del fútbol semiprofesional, el fútbol sala y el femenino.

El deseo de muchos es que emerja un independiente, al que es obvio que intentarán colgarle la etiqueta de delfín de LaLiga o similares. Ya pasó en 2018. Lo único que deseo es que las cosas cambien, y mucho, en el nuevo ciclo olímpico. Y que todo pase por un deporte sin guerras intestinas de poder.

Si el fútbol español ha crecido como lo ha hecho en estos tiempos sin estar unido, imaginen lo que se podría lograr de estarlo. Una Federación que entienda que su rol de regulador es más importante que el de comercializador, que puertas afuera a nadie le importa quien factura más, sino que haya realmente ingresos para el crecimiento de las competiciones que están por debajo de LaLiga y Liga F.

El modelo clientelista desarrollado en los últimos años ha hecho que todas las ayudas al fútbol no profesional partan de ingresos no generados por las propias competiciones, sino de lo que llega por Supercopa, Copa y Selección, todo ello profesional. Y ese es el principal desafío para el futuro presidente, que deberá reenfocar la gestión, desde la del enfrentamiento para atribuirse competencias por decreto a la de la puesta en valor del producto para comercializar.

Pádel, boxeo y la Kings League como concepto

La Kings League ha sido un éxito comercial. Podremos discutir más o menos si va a ser un producto capaz de rivalizar con el deporte tradicional como producto premium para televisiones y patrocinadores, pero han encontrado su espacio, una audiencia clara y unas marcas interesadas.

El reto que tienen por delante ahora es darle rentabilidad, con muchos más ingresos o ajustando los costes, y una mayor consistencia en el tiempo después de este primer año. Pero otro elemento de éxito es que el sector ya utilice su nombre para referirse a un determinado formato de entretenimiento.

Es el caso de la Hexagon Cup, que en cierto modo replica el concepto desarrollado por Kosmos para el fútbol-7. Un torneo one off, es decir, que no cuenta con un circuito con más torneos y en principio se disputará una sola vez. Y van fuertes.

Entre sus fundadores están los creadores de la Fórmula E, la alternativa eléctrica a la Fórmula 1; han creado una bolsa de premios con un millón de euros; su debut será en Madrid por todo lo grande, y nada mal con los capitanes del primero de los seis equipos anunciados: Paquito Navarro y Ale Salazar. Está por ver si ahora llegarán celebrities para garantizar que el éxito también es de audiencia.