La historia es ahora

Así fue la fiesta de un día histórico

Así fue la fiesta de un día histórico / FCB

Laia Cervelló

Laia Cervelló

Llegaron al aeropuerto después de 15 días a caballo entre Noruega y Suecia. Habían quedado terceras. Quién lo iba a decir, si la Selección jamás se había clasificado para una Eurocopa. El conseguir el billete ya parecía una finalidad por sí misma.

Ni ellas mismas creían que pudieran lograr estar hasta una etapa tan elevada de la competición europea. Roser, la portera, lo pensaba mientras se miraba las entradas para el concierto de Oasis al que ya no podría ir porque coincidía en fecha con ese julio de 1997 de la primera Eurocopa de la Selección femenina de fútbol.

Primera vez, y medalla de bronce. Medalla de bronce. Se sentían heroínas. Esperaban un aeropuerto repleto a su vuelta, multitud aclamando su nombre. Era el primer gran éxito del fútbol femenino en España. Cómo iba a ocurrir lo contrario. Nada. Ni un medio, ninguna afición les estaba aguardando su llegada. Ninguneadas por el foco mediático, posiblemente nadie supiera de su gesta. Un breve en los diarios y a correr.

Un cuarto de siglo después, un autocar con veinte-y-tantas jugadoras vestidas de azulgrana se acercaba nervioso y expectante al Camp Nou. La previa pintaba espectacular. Sold out absoluto. La lluvia podría hacerlo más épico o estropearlo. Pero, ¿cuánto de aquello quedaría tan solo en expectativas?

Los precedentes no decían nada, porque no había. Y de repente, el gentío. Los gritos, los coros, acostumbrados a ser escuchados en un encorsetado Estadio Johan Cruyff sonaban diferentes en los aledaños de uno de los mayores escenarios del mundo. Las futbolistas se acercaban a las ventanas, dispuestas a sacar sus dispositivos móviles para capturar un momento que reproducirían en sus casas repetidamente en el futuro.

Recibimiento, calor humano. Algo más tarde tocaba la hora de la verdad, saltar al terreno de juego y mirar a las gradas. El mosaico quedaba vacío a ratos. La retención no había dejado llegar a los aficionados que lo completaban. Pero llegarían, para romper un récord histórico de una final del Mundial de 1999 que parecía casi una leyenda urbana de galaxias muy lejanas.

En el ecuador de la segunda parte, ya con todos los 91.553 aficionados en su asiento, otra vez el mosaico, improvisado, con el himno a capela. Ganó el Barça. Y el Madrid. Y el Atleti, y el Levante, y el Espanyol, y el Athletic. Y todos los equipos que se han atrevido a poner mujeres tras un balón cuando la sociedad se dedicaba a profanar los valores del deporte poniendo en duda que debieran estar allí. Desde las jugadoras que formaron parte de un equipo histórico, el primer exitoso español. La Selección que llegó a la primera Eurocopa. Una victoria de todos los nombres que forman la plantilla del Barça, y del Madrid, pero también de Alicia Fuentes, de Mari Ángeles Parejo, de Roser Serra, de Vero Boquete, de Sonia Bermúdez, de todas. Porque sí, el Barça fue quien ganó y pasó a las semifinales de la Champions, pero esto es un triunfo del fútbol femenino español.

Se ha pasado de pelear por una ducha de agua caliente en un barracón. Por pelear un sueldo digno. Por poder entrenar por las mañanas. Por tener médicos en los estadios. Por un triste bocadillo post partido. Por tener entrenadores y entrenadoras formados. Por no jugar en patatales cuando estaban en Primera. En épocas en lo que lo más parecido a jugar en el Camp Nou era jugar en el campo número nueve (‘camp nou’, en catalán) de la Ciutat Esportiva a las tres de la tarde en un terreno de juego con grada inexistente. Porque los grandes clubes se atrevieran a abrir progresivamente sus feudos dedicados tradicionalmente al fútbol masculino.

Pero aquello era otra cosa. Mientras las jugadoras eran aclamadas bajando del autocar. Mientras volvían al terreno de juego tras el partido por petición de una numerosa afición de récord, como si de estrellas del rock se trataran y les pidieran un vis en un concierto, se leía en sus ojos: Se sentían heroínas. Esta vez, tratadas como tal. Ya sí. La historia es ahora.