El gran cabreo de Laporta en la gira del Barça por EE.UU.

Laporta sale a pasear con SPORT en Dallas tras la victoria en el clásico

Laporta sale a pasear con SPORT en Dallas tras la victoria en el clásico / Valentí Enrich

Toni Frieros

Toni Frieros

He tenido el privilegio de cubrir para SPORT muchas giras veraniegas del FC Barcelona, tanto por Estados Unidos como por Asia. Por eso sé perfectamente que para los futbolistas y técnicos son un coñazo, aunque no tienen más remedio que aceptarlas porque para el club son una importantísima fuente de ingresos, amén de consolidar la marca Barça en unos mercados estratégicos. Por lo tanto, gira deportiva y comercial, sí, hasta ahí, sí. Ahora bien, una gira de vacaciones medio subvencionadas para directivos, familiares y amigos, no. Y eso fue lo que pasó recientemente en Estados Unidos.

Que más de la mitad de la junta directiva estuviera en Estados Unidos, muchos con sus hijos (como los de Laporta, Yuste o Puig...), otros con sus parejas o incluso amigos, dibuja una realidad que debe ser revisada porque es inaceptable. A la gira se va a trabajar y solo deben ir los directivos con responsabilidades específicas, si bien, curiosamente, ni el vicepresidente económico (Eduard Romeu) ni el de márketing (Juli Guiu) estuvieron. No, no, una gira no es para hacerse fotos en la piscina con los jugadores o de turismo para colgarlas en sus cuentas de Instagram. Los directivos no pagaron el avión chárter ni el hotel. En principio, solo sus comidas. Todos sus acompañantes, por estar 15 días en cuatro ciudades americanas, con hotel, volar en el avión de los jugadores y desplazamientos, tenían que abonar 3.500 euros. Habrá que creérselo.

Correré un tupido velo sobre las salidas nocturnas del presidente que tantos quebraderos de cabeza causaron a su gabinete. Pertenece a su esfera privada y ahí no me meteré, pero haría muy bien en tener en cuenta Joan Laporta que cuando viaja con el FC Barcelona, ese cargo de representación se ejerce las 24 horas… y que hoy en día los smartphones los carga el diablo.

En la gira americana, por cierto, Joan Laporta vivió uno de los peores momentos desde que es presidente del FC Barcelona. El jueves 20 de julio estaba programada una cena oficial del club, a las 20.30 horas, con esponsors locales y autoridades, para presentar el tour por Estados Unidos. La totalidad de la plantilla del primer equipo tenía que estar en el lujoso restaurante Aqua Viva de Los Ángeles, propiedad del mediático cocinero asturiano José Andrés. A falta de pocos minutos para empezar el parlamento de Laporta ante sus invitados, los jugadores aún estaban en el entrenamiento. Y una vez empezada la cena, cuando le dijeron al presidente que el autocar de los futbolistas ya salía para el restaurante Aqua Viva, Laporta, muy enfadado, dijo que ya no hacía que vinieran y ordenó que dieran media vuelta. Y así fue.

Esta falta de coordinación no se puede tolerar en una entidad como el FC Barcelona, donde debe imperar la profesionalidad y el estricto cumplimiento de los compromisos. Era el único acto oficial al que tenían que acudir los jugadores en quince días. Para colmo, al día siguiente, se suspendió el Barça-Juventus