Girona, más que ídolos

El trabajo y la convicción en un proyecto son la base de la hazaña del equipo catalán

El once del Girona ante el Rayo

El once del Girona ante el Rayo / Girona FC

Joan Cañete Bayle

Joan Cañete Bayle

Empecemos por los datos: en lo que llevamos de siglo, solo el Valencia (temporadas 2000-01 y 2003-04 y el Atlético de Madrid (2013-14 y 2020-21) han logrado romper el dominio de Barça y Real Madrid y ganar la Liga. Si echamos la mirada aún más hacia atrás, desde la temporada 1983-84, cuando el Athletic de Bilbao ganó su segunda Liga consecutiva tras otros dos entorchados de la Real Sociedad, solo el Atlético de Madrid (1995-96) y el Deportivo de La Coruña (1999-2000) rompieron la hegemonía blanca-azulgrana. Aún más: en los casi 100 años de historia de la Liga, solo el Betis (1934-35) y el Sevilla (1945-46) han podido sumarse a los ya citados en el club de los equipos que han cantado el alirón. Estos datos ayudan a calibrar la magnitud que empiece a murmurarse con asombro que el Girona puede ser candidato a ganar la Liga.

En la gala Valores que el Diario SPORT y Prensa Ibérica celebraron esta semana en Madrid, el entrenador del Girona, Míchel, habló tan solo de que su equipo casi ha logrado el objetivo de esta temporada, que no es otro que la permanencia en Primera División. Conseguida esta meta en pocas jornadas, el Girona se permite soñar con objetivos más bonitos. Europa, susurran en Girona, por no gafar el premio gordo, la Champions. Lo otro, el título, la Liga, mejor no hablarlo, ¿no? Porque es imposible, ¿no? Porque no va a suceder, ¿verdad?

El Leicester de la temporada 2014-2015, en la que frecuentó la cola de la tabla, no podía imaginarse que ganaría la Premier al año siguiente, la 2015-2016. Suele decirse que aquel Leicester que dirigió con sabiduría italiana Claudio Raineri estaba hecho de retales, pero entre sus filas se contaban N’Golo Kanté, Riyad Mahrez y James Vardy, poca broma. En las filas del Girona de hoy están Savinho, Aleix García, Dovbyk y Eric García, poca broma. Y quienes lo lideran, Míchel, Quique Cárcel, Pere Guardiola, tienen un plan. Menos broma aún.

"Sobre el liderato nada de lo que ocurre es casualidad. Nada. Nada. Hay un trabajo brutal detrás", se escucha decir a Míchel en un vídeo. Todo el mundo adora una buena historia de deportistas modestos que contra todo pronóstico ganan trofeos (mi favorita, ‘Hoosiers: Más que ídolos’), pero estas hazañas suelen atribuirse al talento y la genialidad. Hay talento y genios en el Girona, en el césped y en los despachos, pero sobre todo hay mucho trabajo, una trayectoria, un método y una convicción que ha sobrevivido en la última década a un buen puñado de derrotas decisivas a última hora que a otros les hubiera servido para construir una leyenda de malditismo, qué manera de palmar.

Pero el Girona, con retoques, errores y aciertos, perseveró. E incluso en un mundo tan alejado de la ciencia exacta como es el fútbol, el trabajo y el talento han explotado en este inicio de la temporada 2023-24. Y el año en el que estaba escrito que deberíamos estar hablando de Bellingham, los Joaos, Griezmann y hasta Lamine Yamal, Gazzaniga, Yan Couto y Yangel Herrera se han colado en la conversación futbolística. ¿Aguantarán hasta el final? ¿Pueden ser el Leicester de la 2015-2016? Nadie lo sabe, pero lo cierto es que nadie en Girona se acuerda hoy de un tal Caballero que jugaba en el Lugo.

El deporte tiene una capacidad sin igual de generar historias ejemplares. La tentación de explicar el éxito del Girona como la del pequeño que se atreve a desafiar a los grandes es comprensible, lo tiene todo, hasta Gabriel Rufián bromeó al respecto e hizo reír a Alberto Núñez Feijóo en el Congreso, eso sí una hazaña en estos tiempos iracundos. En ‘Hoosiers’, el pequeño instituto de Hickory gana sus partidos por la mínima, con acciones memorables. En la final (espero que el ‘spoiler’ haya prescrito, la película es de 1986) se imponen por solo dos puntos. ¿Talento? ¿Genialidad? ¿Suerte? Sin duda. Pero también mucho trabajo al que no suele prestarse demasiada atención y que en pantalla queda peor que un regate a cámara lenta y un balón que besa la red en tiempo de descuento. Esta es la parte de la historia de hadas del Girona que me parece más atractiva: el trabajo, el proyecto a largo plazo, la perseverancia en el esfuerzo, la humildad, la fe. ¿Ganará la Liga? Por ahora, ha asegurado la permanencia, sueña con Europa y sus aficionados intercambian susurros incrédulos. Poca broma.