Ganar con o sin ADN

Leo Messi disputa el balón con el defensa del Celta Jonny Castro durante el Barça-Celta de la Liga 2016/17

Leo Messi disputa el balón con el defensa del Celta Jonny Castro durante el Barça-Celta de la Liga 2016/17 / EFE

Carles Sans

Carles Sans

Llevo varias semanas en Madrid. Tengo buenos amigos muy madridistas que, curiosamente, no parecen demasiado preocupados por estar a ocho puntos del Barça. Según me dice uno de ellos, tienen la convicción de que van a ganar la Liga. Me sorprende tanto optimismo y tanta confianza en un equipo que para ganar al Málaga ha de suplicar que se pite el final. Es posible que lo que esté pasando sea que nadie se atreve a cargar contra un Zidane que les ha hecho ganar dos Champions consecutivas, lo que supongo da suficiente cuerda como para tolerar los puntos perdidos hasta ahora. Mientras tanto, en Barcelona algunos van con cara de insatisfechos porque dicen estar preocupados por el estilo del Barça de Valverde. Según ellos no lleva ese ADN que le ha dado al club una personalidad envidiada en el mundo. Sinceramente, lo del ADN pertenece a una etapa gloriosa de Guardiola, Tito y tal vez una primera temporada de Rijkaard, pero no de siempre. Ese ADN no se ha tenido desde que el Barça es el Barça. Sin duda, la euforia y los maravillosos recuerdos vividos en los años de Guardiola, con 14 títulos inolvidables, han hecho que la realidad se modifique y atribuyamos el modo de jugar de aquellos años prodigiosos al de toda la historia del equipo. Desde el Dream Team a Pep se jugó de muchas maneras diferentes, y el ADN brilló por su ausencia. Luego al Tata le tocó recibir las críticas porque llegó después de una época sublime. Luis Enrique diluyó, hábilmente, aquel modo de jugar y no estuvo mal. Se ganaron nueve títulos. Ahora llevamos unos números impecables en todas las competiciones, les sacamos una considerable distancia a nuestros perseguidores, y sin embargo algunos solo piensan en aburrirse.

¿Qué sería de Ernesto Valverde si a estas alturas el Madrid nos llevase 8 puntos a nosotros? La cuestión es tener siempre algún motivo por el que exigir más. Que no está mal, ya que mediante la exigencia se llega a la excelencia; lo que pasa es que los tan exigentes nunca están satisfechos de nada. Sé que muchos estarán en desacuerdo, pero yo, cuando el Barça gana, con o sin ADN, soy feliz.