Escozor en las cavernas

Xavi Hernández, a su llegada a la sala de prensa este viernes

Xavi Hernández, a su llegada a la sala de prensa este viernes / David Ramírez

Rubén Uría

Rubén Uría

Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios. Así reza un famoso proverbio árabe. Nadie resiste el peso de la hemeroteca. Nadie.

Al grano. En abril, Xavi Hernández dijo lo siguiente: "Aquí no vale ganar 1-0 jugando mal". Se refería a que la exigencia del club pasa por ganar y jugar bien, y por supuesto, a eso de que, si el fútbol es un espectáculo, también importa gustar.

Nueves meses después, su Barça lleva cuatro partidos de Liga sumando victorias trascendentales, ganando por 1-0 y sin jugar bien. Suficiente para que sus críticos hayan tirado de hemeroteca y quieran afear las victorias del líder, condenando a Xavi a ser esclavo de aquellas palabras. Es lógico. Es el deporte olímpico de pasar facturas. Lo practican desde las dos cavernas. Desde la de Madrid, que condena la presunta superioridad moral culé mientras sostiene que el mundo vive porque su Madrid respira.

Y desde la del entorno del Barça, porque entre las viudas mediáticas de Koeman y las fuerzas vivas del ‘Barto-Rosellismo, todo lo que haga o diga este Barça siempre está mal. Si aquellas palabras de Xavi Hernández sirven para que ahora, meses después y ganando 1-0 sin jugar bien, sirven para pasarle factura para que no sea tan tajante en sus afirmaciones, bienvenido sea.

El asunto está en que, en realidad, lo que escuece no es el mensaje de Xavi, ni su relato, ni siquiera en sus alegorías sobre el juego y el resultado. Lo que escuece es que el Barça, sin jugar bien, instalado en el ‘casi-tropiezo’ - otro término brillante-, y abonado al unocerismo por el que la caverna despellejaba a Simeone, sigue siendo líder. Lo que escuece es que el Barça no cae y que, con la portería a cero y un Ter Stegen inmenso, está salvando los muebles. Lo que escuece es que las cavernas busquen que Xavi sea esclavo de aquellas palabras, pero sin aplicarse el cuento, como si la hemeroteca sólo tuviera una única dirección y no fuera de ida y vuelta. Lo que escuece es que no fue Xavi el que se pasó meses diciendo que el Madrid no juega finales, sino que las gana. Lo que escuece es que no fue Xavi el que dijo que cuando un equipo gana por la mínima es porque sabe sufrir. Lo que escuece es que no fue Xavi el que dijo que un equipo que sabe defender y encaja pocos goles, es un líder legítimo. Lo que escuece es que Xavi, aunque no es Pep y aunque su discurso a veces sea contradictorio con el juego de su equipo, es bastante mejor entrenador que Koeman. Lo que escuece es que el Barça se está acostumbrando a saber sufrir en partidos que, a la postre, dan Ligas. Lo que escuece es una dinámica contracultural en el Camp Nou, que este Barça cuando juega bien gana y cuando no, también. Y escuece mucho.