La épica de Sergi Roberto

Sergi Roberto marcó un doblete ante el Almería

Sergi Roberto marcó un doblete ante el Almería / Valentí Enrich

Juan Cruz

Juan Cruz

Imposible olvidar aquel golazo de Sergi Roberto ante el PSG que clasificó al Barça y dejó en la estacada al equipo multimillonario francés en la Copa de Europa. Ha llovido, pero ahí está Sergi, como si fuera el de antes, un joven barcelonista que tiene el galón de los mejores: la pasión por su equipo.

Ahuyentado en un tiempo por la maldita injusticia que hace que los futbolistas dejen de ser preferidos, por nada, por envidia, como aquello de Caín y Abel, vivió fuera del gusto de los entrenadores, entró en el pozo de las lesiones, y ahora ha reingresado, tras varios desbarajustes de salud o de lesiones, para salvar al Barça de una debacle épica. Otro resultado épico para el más épico de los azulgranas contemporáneos.

Hubo otra resurrección, casi tan espectacular, largamente ansiada, la de Robert Lewandowski. Rescatado por sí mismo para hacer más eficaces sus aproximaciones a la portería, generó peligro y jugadas, para él, para los otros, con una técnica que lo devuelve a la época en que ¡oh! era una exclamación que seguía a su juego, fuera este productivo o simplemente genial para la vista.

La de ayer fue una prueba terrible, salvada en primer término por las ganas de Sergi Roberto, y puesta en peligro por la maldición defensiva que hace que la portería esté siempre a punto de ser vendida. 

Pep Guardiola me dijo una vez que el Barça siempre tiene que jugar también en su propia área. Anoche, ese juego, igual que otras veces y en la Copa de Europa, esa tendencia estética, pusieron en riesgo un resultado que se hubiera roto en la misma cara de Xavi. Sergi salvó a su entrenador, su compañero, de una muerte lenta, rara y navideña. Ahí está el héroe del partido. Un día, pronto, se sabrá que el duelo de ayer no se ganó en vano.