Qué distinta Valencia, si me faltas tu

Marc Márquez no corre en Valencia

Marc Márquez no corre en Valencia / motogp

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

El GP de Valencia siempre ha sido la carrera de la luz. Excepto en alguna ocasión en la que llovió, el carácter mediterráneo ha impregnado con su calidez y color esta cita, tradicionalmente la última del año. Ya sea por la entusiasta proximidad de los extraordinarios aficionados de levante, por las ganas de disfrutar de quienes llegaron desde otros lugares, o por ser esta -y nunca mejor aplicado- la traca final del calendario, pero Cheste siempre ha sido un evento capaz de provocar buen rollo.

Este año, no obstante, nos invade una cierta melancolía ante la fiesta que nos depara el Ricardo Tormo. No se si por unas previsiones meteorológicas poco apacibles, por la ausencia de Marc Márquez, o porque este va a ser el último GP de Valentino Rossi después de veintiséis años (¡qué bestialidad!) en el gran circo.

Sólo queda el título de Moto2 por adjudicar, y Remi Gardner lo tiene todo de cara para que su apellido vuelva a lucir en la lista de los campeones mundiales que hubo en la historia. Pero puede que llueva el domingo, y en esas condiciones habrá que actuar con tanta prudencia como requiera la misión de terminar la carrera entre los 13 primeros. Parece fácil, pero pilotar en mojado nunca lo es, y Valencia a veces ha hecho saltar la banca. Que se lo pregunten a Rossi, precisamente, cuando perdió el título del 2006 en beneficio de Hayden, cuando parecía que lo tenía todo hecho.

Y hablando del italiano, a este nunca le gustó este trazado, tal vez por ese recuerdo, pero el caso es que las dos últimas temporadas ha sufrió por entrar en los puntos en un lugar donde venció en dos ocasiones en MotoGP.

La carrera de Misano fue su despedida real, aunque oficialmente la cita de este fin de semana será la de su adiós como piloto… de motos. En el Marco Simoncelli la emoción estuvo a flor de piel, aunque el Doctor no ha sido jamás muy partidario de expresar emociones. Los “tifosi” le despidieron con los honores que merecía. Pero la afición española no puede ser menos, por duras y desagradables que haya protagonizado Valentino con algunos pilotos de aquí.

Caerá mejor o peor, gustará más o menos, pero nadie en el mundo puede cuestionar la dimensión de Rossi como piloto, como uno de los mejores deportistas en todos los ámbitos. Dentro, y también fuera de la pista gracias a su habilidad como comunicador.

Disfrutar del pilotaje de Valentino ha sido un placer y un privilegio. No siempre se coincide con los más grandes de la historia, por lo que creo que hay que reconocer públicamente el enorme talento que siempre demostró, banderas, filias y fobias al margen. El agradecimiento engrandece a quien lo ejerce; el resquemor, lo empequeñece.

¡Qué quieren que les diga! Me entristece el adiós de Rossi, saber que no volveremos a verle sobre dos ruedas en un GP, ilusionarse con alguna de sus míticas performances para celebrar sus victorias.

La afición española, todos, tenemos que estar a la altura y despedirle como corresponde, con el máximo respeto y agradecimiento. Aunque sea en Valencia, donde no le gustó correr casi nunca. El domingo la vibra que había en el Hermanos Rodríguez, el buen rollo de la tribuna, el entusiasmo de los aficionados mexicanos vitoreando a Checo desde la zona del Foro Sol se fue a la chingada con los abucheos innecesarios a Hamilton. Oigan: que los del motor no somos hooligans. Demostrémoslo con Rossi.

Pero por encima de todo, lo que más me entristece de esta carrera, es saber que Márquez no estará y el porqué. ¿Se acuerdan lo que les apuntaba la semana pasada en esta misma columna? Escribí: “Habrá quien nos acuse de alarmismo”. Lo hicieron, por supuesto, si no las redes sociales no serían lo que son. También me calificaron de “especulador”. Debe ser eso. Y cuanta más información sobre el tema tengo y conozco -que no tengo porqué compartir porque entra en el ámbito privado de la salud de las personas-, más alarmista y especulador. Sigan, sigan, que diría Luis Aragonés.