Opinión

Tenemos que creer - Acto II

El Barça celebrando el gol de Christensen ante el PSG

El Barça celebrando el gol de Christensen ante el PSG / AP

 El otro día en el Parque de los Príncipes se cumplió el sueño de todos los culés. Parecía inverosímil, improbable, pero el Barça vivió una noche europea como las de antes. En mi última columna «Tenemos motivos para soñar», escribí sobre el vídeo motivacional de Miki Nöelle. Hoy, cuando se publique este escrito, saldrá el segundo acto. Y es de justicia que escriba sobre él. No solo por motivos de superstición, sino que también porque es el claro ejemplo de que algo ha cambiado. Tras varios años donde el famoso ADN Barça brillaba por su ausencia, en el ambiente se respira de nuevo esa ilusión perdida por culpa de una gestión pésima. El vídeo de Miki era el punto de partida, era la premonición de que algo bueno estaba por suceder, un déjà vu de esos vídeos previos a los grandes partidos que todos mirábamos un millón de veces, en esa época donde el Barça jugaba el mejor futbol del mundo y cuando era temido por toda Europa. El miércoles pasado, si uno paseaba por cualquier ciudad o pueblo de Cataluña, podía vislumbrar algo que parecía olvidado: niñas y niños salían de la escuela con la camiseta del Barça, los bares estaban repletos horas antes del inicio del partido, en los balcones colgaban banderas blaugranas… En todos los rincones se esperaba con ansiedad a que el reloj marcase las 9. Para un culé era como volver al pasado, como retroceder 15 años en el tiempo. Nuestro “yo” adolescente se apoderó de mí y de mis amigos: Joan, Pierre, Jawed y Curi volvían a tener 18 años, volvían a entonar esos cánticos de siempre con el mismo énfasis que entonces. Se acaba el partido, estalla la felicidad y nos decimos «¡Hemos vuelto!».

Pues en el segundo acto de Miki, que espero no sea el último, toca dejar de soñar para empezar a creer. Porque somos el Barça y porque este escudo nos representa a muchos, porque hace muchos años que no luchábamos en Europa, porque este partido también lo tenemos que ganar: por todos los culés que ya no están, por Roma, por Anfield, por el 2 a 8 y porque nos lo merecemos. Pase lo que pase algo ha cambiado y este es ya un motivo de celebración. El Barça vuelve a creer en sus posibilidades y lo mejor de todo es que lo hace sustentado por chavales que no llegan aún ni a la mayoría de edad. El presente es esperanzador, el futuro es nuestro. Este martes Barcelona merece vivir una noche mágica, este martes toca dejar de soñar para empezar a creer. Que se preparen, hemos vuelto.  

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