Opinión

No conviertan al Barça en un ‘meme’

El Barça confía en ganar la Supercopa

El Barça confía en ganar la Supercopa / Valenti Enrich

“Que se miren a la cara y se lo digan todo”, me decía ayer un ex jugador blaugrana. Las cartas boca arriba. Que no valga el ‘esto es lo que hay’ y se acomoden todos a lo de siempre. Que demuestren que, cuando pintan bastos en un club como el Barça, pasar a la historia no sólo es hacerlo como Cruyff, como Messi o con ‘sextetes’. Que se les remuevan las tripas con las críticas y que el orgullo profesional sea lo que les mueva. Al que manda, al que entrena y al que juega.

Esto no es una familia. Esto es una entidad cuyos socios pagaron su cuota el lunes y, ni que sea por eso, debe motivarles no ser arte y parte de un negocio que, por desgracia, se aleja de este modelo. Todos los integrantes de la plantilla del FC Barcelona, desde Xavi hasta el último utillero que ha entrado en plantilla, saben de que va esta película y como trabajadores bien pagados que son, seguro que tienen muy claro que son unos privilegiados no sólo por lo que cobran sino por lo que representan. O eso quiero pensar.

Para mantener el nivel hay que darlo. Todos. Los de arriba y los de abajo. Y en momentos complicados, el colectivo profesional debe dar un paso adelante y el que ha llegado sin cobrar gracias a los votos de una masa social dar ejemplo de ‘seny’ y profesionalidad aún cuando el traje sea de ‘amateur’. El FC Barcelona se juega mucho más que unos puntos o un título. No miremos con las gafas ‘de cerca’. Por favor.

Me preocupa, y mucho, el ‘meme’ en el que quieren convertir al club con el que me he criado en las faldas y en los pantalones de mi madre, de mi padre y de mi abuela. Me cuesta encajar (por decirlo fino) las pseudo-publicidades de empresas que suman ‘clics’ a costa de una derrota. Por muy dolorosa que sea y ante el eterno rival, no deja de ser eso: perder un partido o una final. Ni el club ni sus socios y aficionados merecen ser carne de aprovechados.

No soy una romántica que vive en las nubes. Soy absolutamente consciente de las carencias, de los problemas económicos, de los intereses de dentro y de fuera a los que siempre empujan lo de siempre. Lo soy. Pero me duele la falta de respeto a una institución que es arte y parte del fútbol con mayúsculas y sí, aunque fastidie a muchos y otros tantos no sepan gestionar, es ‘més que un club’.

Quiénes deben mantener el estandarte bien alto son los que dirigen -gracias a los votos- y los profesionales -fichados por éstos- que, cuando firman sus contratos, han de tener en cuenta que supone ser jugador o jugadora del Barça en cualquiera de sus secciones. Ver a Aitana Bonmatí levantar un The Best, a una jovencísima Cata Coll en la platea y a un Jonatan Giráldez entre los mejores entrenadores del mundo debe servir para algo. Hacia dentro, un orgullo. Hacia afuera, una forma de ser y de sentir que quizá se haya perdido entre facturas reales y personales.

Un hombre de club como Pep Guardiola, al que respetan presidente, entrenador y profesionales del primer equipo de fútbol, pidió que los jugadores dieran un paso adelante. Sabe de lo que habla. Sabe que cuando hay un tipo de carencias hay que apelar al orgullo. Al personal y al de pertenencia. Y dejarse la piel. Y dejar de lado, ni que sea unas semanas, los intereses que vayan más allá de ‘lo de dentro’. Da igual si no vende. Ahora no toca hacer caja.

TEMAS