La Champions es demasiado grande para Valverde

Jürgen Klopp, muy feliz, le ganó claramente la partida a Ernesto Valverde

Jürgen Klopp, muy feliz, le ganó claramente la partida a Ernesto Valverde / VALENTÍ ENRICH

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça se desplomó contra todo pronóstico en Anfield en la peor noche de las últimas décadas y quien sabe si de la historia. Un equipo que parecía sólido, ambicioso y equilibrado salió de Anfield ridiculizado y hecho trizas. Nada resume mejor el ‘Waterloo’ blaugrana que el cuarto y definitivo gol del Liverpool, en el que todo el equipo hizo la estatua y se dedicó a observar, con los brazos caídos, cómo el equipo de Klopp atestaba la puñalada definitiva.

Es difícil encontrar un gol más doloroso y grotesco en la larga historia del club blaugrana. Pero no hay que engañarse: el Barça salió al partido de vuelta en Anfield exactamente igual a como salió el pasado año en Roma, como si no hubiera aprendido nada, como si no hubiese aprendido nada de aquella debacle.  La mística de Anfield dio alas a un Liverpool que jugaba sin sus dos grandes estrellas, Salah Firmino, y al que le bastó subirse a lomos de su público y de su propia historia para abatir a un equipo que se comportó durante muchos minutos como un equipo pequeño. Alguien dirá con razón que al Barça le faltó en la vuelta la suerte que no tuvo en la ida y que pudo marcar algún gol que le hubiera dado el pase, pero lo cierto es que el Barça lleva años cayendo de manera estrepitosa: le sucedió en París (4-0), en Turín (3-0), Roma (3-0), pero la de ayer es sin duda la peor de todas. Sin duda, Valverde tiene una gran responsabilidad en el batacazo, básicamente porque cuando ha llegado el momento de la verdad ha vuelto a cometer los mismos errores que el año pasado.

Salió con un equipo injustificable, alineando a un Coutinho que había sucumbido en el partido de ida, desdeñó el control del juego y reaccionó al cabo de más de una hora, demasiado tarde, cuando el partido ya iba pendiente abajo. Valverde ha sido un entrenador que ha demostrado capacidad para ganar en los torneos domésticos con solvencia, pero con una mentalidad demasiado pequeña para un torneo tan grande como la Champions. El escenario solemne (una semifinal de la Champions en Anfield) se le cayó encima como un muro y nunca supo levantarse. Valverde podría ganar su segundo doblete consecutivo y sin embargo la sensación que queda es de gran decepción, porque un año más no se ha podido construir un equipo competitivo para la Champions. 

La derrota es tan severa que deja consecuencias imprevisibles: muchos jugadores quedan gravemente señalados y algunos de ellos puede que ni siquiera vuelvan a vestir la camiseta blaugrana. La continuidad del entrenador se pondrá inevitablemente en entredicho, y de fondo, la sacudida deja tocado al club y al presidente Bartomeu, que tampoco ha sabido evitar la repetición de Roma y que debe afrontar un angustiante escenario de limpieza en el vestuario, impensable hace veinticuatro horas. El Barça entra a partir de hoy en la dimensión desconocida.