El capitán del Realísimo le menea el trono a Florentino

Messi Ramos

Messi y Sergio Ramos en el Clásico de la temporada pasada

Carme Barceló

Carme Barceló

Mauricio Pochettino se está frotando las manos y no a causa del frío, precisamente. Mientras la mayoría de los mortales

del mundo del fútbol hacen números hasta para pagar la luz, el nuevo técnico del PSG se despertó ayer con la noticia que

avanzó Josep Pedrerol en el programa ‘El Chiringuito de Jugones’. Nada más y nada menos que con un Sergio Ramos

apretando las tuercas a Florentino Pérez hablándole de una posible marcha a la entidad parisina, con Messi incluido. Casi

nada. Con el habitual ‘vale todo’ de las negociaciones -qué más da si estamos en plena pandemia y con una crisis económica brutal, modo ironía ‘on’-, el capitán del Realísimo le soltó esta bomba al ser superior que le paga religiosamente cada mes. El líder del Real Madrid, el auténtico rey del vestuario blanco, ha escrito su carta a FP en formato verbal y localizada en su habitación de El Huerto del Cura, el hotel de Elche en el que Ramos plantó sus deseos. Al presidente ‘merengue’, que le va la marcha hasta que la tensión de su tesorería le marca los tiempos, no le gusta nada que le meneen el trono. Y menos, uno de los niños de sus ojos amenazándole con irse a un rival directo en lucha por ‘su’ Champions.

LA REALEZA VIVE TIEMPOS MOVIDOS

La que se escribe con mayúsculas, con minúsculas y la que hace magia noches como la de ayer. Los que ostentan la corona balompédica en España tienen un pie y medio fuera de sus equipos. O eso parece a día de hoy. A Messi se le ve más tranquilo tras el tsunami veraniego y la entrevista con Jordi Évole, evita mover ficha, vive el presente y dudo que tenga una decisión tomada. Tanto Leo como Sergio quieren formalizar su último gran contrato pero a la par manifiestan sentirse parte del escudo de sus clubes.

Tanto uno como el otro consideran que, si debe hacerse una excepción a cualquier nivel, es a leyendas como ellos. Que se han ganado lo que tienen, nadie lo discute. Que deseen mejorar sus contratos y sus expectativas deportivas, es lícito. Pero no están los tiempos para resistirse a bajar de la carroza real. A la de la realidad es a la que hay que subirse.