El cambio de Laporta con los veteranos

Laporta llega a la comida de directivas

Laporta llega a la comida de directivas / SPORT

Ernest Folch

Ernest Folch

Laporta volvió a arrasar en a última Asamblea, que le aprobó sin rechistar los presupuestos y las palancas con mayorías cercanas al 90%. La placidez con la que el presidente solventó sus compromisos económicos dejó en un segundo plano la sonora bofetada que propinó a los más veteranos acerca de la bajada de sueldo que se resisten a aceptar: "Lo hemos intentado con varios jugadores y no sólo no ha salido sino que hemos tenido que avalar 10 millones."

El presidente quiso dejar bien claro que, para poder inscribir a Koundé, él y Mateu Alemany tuvieron que avalar una parte de su patrimonio personal debido a que se había encallado la negociación de la rebaja salarial con algunos capitanes.

Es decir, elevó a público lo que ya es a todas luces una fractura insalvable si no se produce un giro improbable en las conversaciones con Busquets y Piqué, que muy difícilmente van a ceder una parte de su sueldo cuando ya están convencidos que la temporada que viene no estarán en el Barça.

Y es que el dardo envenenado de Laporta a las vacas sagradas es la culminación de un giro copernicano del presidente en su relación con los jugadores. Ya vimos como su prematuro idilio con Messi desembocó en un divorcio exprés todavía no resuelto y sus primeras declaraciones de amor a los capitanes (a los que calificó como "héroes") han terminado en un distanciamiento más que evidente.

Con Piqué ha pasado de deshacerse en elogios hacia él en la Asamblea extraordinaria de junio ("es un orgullo tenerlo como capitán") a reprocharle ahora en público que no se baje el sueldo.

La explicación de este cambio es clara: en su carrera hacia la presidencia, Laporta se alió con los jugadores para ganar primero las elecciones y a continuación para afianzarse en sus primeros pasos, pero luego ha chocado con la realidad de unos futbolistas que no están dispuestos a aceptar los sacrificos que ahora mismo necesita el club.

Laporta, que llegó al poder hace un año y medio siendo el presidente de los jugadores, ha decepcionado a los veteranos más o menos en la misma medida que lo hizo Bartomeu. Sin embargo, Laporta aventaja a su predecesor en un aspecto fundamental: si estalla una guerra con el vestuario, Laporta tendrá sin duda el apoyo del entorno y de la masa social. Ahora mismo, no hay nada más popular que disparar contra los capitanes.