En busca de la felicidad

El debut de Lamine Yamal con el Barça, en imágenes

El debut de Lamine Yamal con el Barça, en imágenes / VALENTÍ ENRICH

Rubén Uría

Rubén Uría

Recuerden su nombre. Lamine Yamal. El chaval, con 15 años y 290 días, hizo su debut con el FC Barcelona en un partido de Liga. En el tramo final del partido, se fue un juvenil de último año, Gavi, y entró al campo un cadete de segundo año, Lamine. El niño salió al campo, se llevó una ovación atronadora del Camp Nou, demostró que tiene desparpajo y calidad, se dejó ver en el tramo final del partido y se metió al público en el bolsillo desde que pisó el verde. Perdió una pelota fácil, luego dribló a un rival, después estuvo a punto de marcar de no ser por Rui Silva y más tarde, regaló un ‘caramelo’ a Dembélé, pura sutileza. En diez minutos, Yamal respondió, con personalidad, a las enormes expectativas que apuntan que será el nuevo diamante pulido en La Masia. Lamine es el enésimo ejemplo de que al talento no se le puede mirar el DNI. El niño de Esplugues se convirtió en el debutante más joven del Barça en la historia de la Liga. Por delante de Martínez Sagi (16 años y 280 días) en 1941; y también de Ansu Fati (16 años y 298 días) en 2019. Cuando Lamine nació, Joaquín, el extremo del Betis que también fue ovacionado por el Camp Nou, tenía 26 años. Cuando el Barça ganó su segunda Copa de Europa, Lamine aún no había nacido. Y cuando España fue campeona del mundo en Sudáfrica, Lamine tenía 3 años. Dicen que el Barça tiene encarrilada su renovación, que Xavi Hernández le quiere en el primer equipo y que, cuando cumpla los 16, firmará su nuevo contrato. Ahora falta lo más difícil. Manejar los tiempos, saber administrar ese talento, acompañar al chico en su viaje y no presionar más de la cuenta. Fácil de decir, difícil de hacer. Solo los elegidos pueden soportar la presión de la exigencia del Barça. Imaginen cómo se multiplica ese factor cuando se tienen 15 años. Con Yamal, el Barça tendrá que tener tacto y mano izquierda: apoyar, ayudar y arropar, sea cual sea su evolución. Resulta imposible saber dónde llegará y si explotará el talento que se adivina en su adolescencia. Al Barça siempre se le ha dado mejor fabricar ‘cracks’ que comprarlos. Nadie sabe hasta dónde podrá llegar Yamal. Mil obstáculos acechan. Hay motivos para pensar que marcará una época y también precedentes para pensar que no todo el mundo llega donde se pensaba. El campo dirá. Mientras tanto, lo importante es que el chico disfrute. Hace años, un periodista preguntó a la teóloga alemana Dorothee Sölle cómo le explicaría a un niño qué es la felicidad. Sölle contestó: “No se lo explicaría. Simplemente, le tiraría una pelota de fútbol”. A Lamine no hace falta explicarle que es ser feliz. Le han tirado una pelota de fútbol en el Camp Nou. Y ahora, es feliz. El talento no se explica. Se disfruta.

CAPRICHOS DEL DESTINO

Superado el batacazo de Vallecas, el Barça no levanta el pie del acelerador. Las cuentas dicen que el equipo de Xavi podría proclamarse campeón el domingo. Para que eso pase, el Barça debe ganar a Osasuna y que el Real Madrid empate uno de sus partidos ante Real o Getafe. Caprichos del destino: el Barça puede cantar el alirón en campo del Espanyol.

SOBRIO, SEGURO Y SOLVENTE

El danés, en relación calidad-precio, es el mejor fichaje de la temporada. De lejos. Tiene las tres “bes”. Bueno, bonito y barato. Sobrio, seguro y solvente. Llegó a coste cero y si en verano llegan ofertas, dejará un dineral en el club. Ojalá no salga. Merece seguir. Andreas Christensen es el perfil ideal para el Barça: poco ruido, muchas nueces.