Opinión

El Barça se va de pesca

Xavi da indicaciones a Lamine en el Parque de los Príncipes

Xavi da indicaciones a Lamine en el Parque de los Príncipes / EFE

“Que se preparen en Paris, el Barça vuelve a estar enamorado…”

¿Recuerdan? Así terminaba mi artículo del pasado viernes, y sin ánimo alguno de cobrarme viejas facturas, tan cierto es que así lo pensaba y así lo plasmaba como cierta resulta la ingente cantidad de incrédulos y descreídos que siempre le tildan a uno de naíf, inocente y vende-humos por insistir en creer, creer y seguir creyendo que, con estos jugadores, este equipo y este entrenador, todo, absolutamente todo es posible, incluso conquistar el cielo.

Muchas veces he comentado el yugo que supone para los grandes depender de la inmediatez, no tener tiempo de probar, de diseñar, de proyectar. Eso supone que lo que hoy es válido mañana está caduco, y al revés, lo que hoy deploramos mañana lo elevaremos hasta los astros y más allá. Todo efímero, todo cambiante.

En Paris, tuve la oportunidad de compartir un bonito tiempo de asueto y distensión con Joan Laporta, recuperar uno de esos momentos que eran habituales allá por la campaña electoral donde intercambiar opiniones y análisis que poco después te harán sonreír al comprobar que se convierten en declaraciones de contenido y de valor del presidente y en palabras que servirán de manera convencida y convincente para animar al barcelonismo más escéptico. Razonamientos desde una recóndita terraza interior, cargados de una pausa casi inaudita en un hotel donde la vorágine que supone el previo al partido más importante de la temporada, donde agentes de lo más diverso entran y salen, donde los máximos ejecutivos de las más consagradas marcas deportivas van y vienen, donde en las puertas del hotel se acinan curiosos y aficionados llegados del mundo entero, y donde periodistas a la caza de una última hora que dé sentido a tantas horas de sacrificio, frío, espera y esfuerzo, son la tónica dominante.

Recuerdo las dos conclusiones principales de ese momento: Ni un solo objetivo importante en la vida y menos en un club como el nuestro, se alcanza sin haber creído antes, ciega y tenazmente en él. Y la segunda, que para conseguirlo has de contar con el talento más exquisito, y ni un solo jugador del PSG, ni uno solo, es en su posición mejor a cualquiera de los nuestros…

Y así fue, y de ahí tomamos los autocares que nos llevarían al sueño de conquistar Paris. Y se demostró que era mentira que Xavi no pudiera aspirar a esas mieles, era mentira que el Barça no estaba, ya no para comer, sino para devorar en la mesa de los mejores, era mentira que unos chavales en edades más propias de hacer convivencias en una casa de colonias que de ocupar habitaciones de un hotel de lujo, no pudieran doblegar a los jugadores más laureados del mundo, era mentira que el futbol de Luis Enrique tuviera más ADN azulgrana que el de Xavi. Era mentira que Raphinha ya solo era carne de traspaso o que Pedri ya jamás volvería a ser el de antes… Todo era mentira.

Tiempo al tiempo. En Madrid ya tiemblan, pero nosotros a lo nuestro: Vayan preparando la mesa… Que con el cebo de su mentira, pescaremos la lubina.

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