Osaka hace historia en Australia y se adjudica su segundo Grand Slam

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Osaka lloró tras ganar su segundo Grand Slam. / EFE

Arnau Montserrat

Naomi Osaka. Apunten su nombre. En su palmarés dos títulos Grand Slam, seguidos. El US Open y el Open de Australia. Tan sólo tiene 21 años y ya es número uno del mundo. Escala hasta lo más alto del ránking tras un partido memorable ante Kvitova. La tenista checa no puso las cosas fáciles, remontó tres puntos de campeonato, forzó el tercer set donde la japonesa ya no perdonó una segunda vez. La llevó al límite Kvitova, la hizo reír, gritar e incluso llorar y tener que ir al vestuario a desfogar emociones. Se sobrepuso a todo y se llevó el triunfo.

La igualdad fue máxima en el primer set. Un tenis maravilloso de las dos tenistas. Las dos se hicieron fuertes con su saque, uno de los pilares en su juego. Osaka empezó algo más nerviosa pero conseguía mantener su saque pese a no inmutar a Kvitova en el suyo. A la japonesa le penalizaba un gran acierto en el resto de la checa en sus segundos saques, muy lentos. La doble ganadora en Wimbledon desperdició en un primer momento dos bolas de break en dos juegos distintos pero el primer set se le marchó en el séptimo juego del partido.

Kvitova dispuso de hasta 3 pelotas de 'break'. Un 0-40 a su favor. Lo desperdició o más bien dicho lo remontó Osaka. Fue un punto de inflexión. El set se marchó al tie break y allí la tenista japonesa se mostró mucho más fresca y mentalmente centrada para llevarse con cierta facilidad el desempate y el primer set. 7-6 (7-2 en el tie break).

La segunda manga no podía arrancar mejor para la checa. Ganó su saque y le rompió a la primera de cambio. El 2-0 en el set y la oportunidad de ponerse 3-0 enfadó y mucho a Osaka que tiró la raqueta contra la pista central de Melbourne. Le cambió la dinámica descargar tanta rabia. Le devolvió el break, ganó su saque y le volvió a romper al servicio a la tenista checa que se lo miraba incrédula. Parecía que tenía el partido ganado la japonesa, pero nada más lejos de la realidad.

Osaka se puso 3-5 y 40-0 con tres bolas de campeonato para ella que tiró. Literalmente. Kvitova luchó de forma increíble, sacó la garra que le quedaba dentro y devolvió el nerviosismo a Osaka. Remontó la checa y cerró el set con un break. Ni opción de Tie Break para la japonesa. Se puso a llorar en pista consciente de lo que había desperdiciado. 5-7 terminaba la segunda manga. 

El tercer set parecía que iba a ser un paseo triunfal para Kvitova. El rostro de Naomi era un poema. Lágrimas en los ojos y un lenguaje corporal que apuntaba a un adiós a las opciones de la japonesa a alzarse con el título. Pero tal y como hizo Kvitova en el segundo set, Osaka se levantó, le entraron puntos claves que le subieron la moral y finalmente rompió el saque de la checa. Aguantó y se aferró a su saque como nunca y a la quinta bola de campeonato lo cerró. Una final memorable, a la altura del nivel de estas dos tenistas. 

Osaka se marcha como número uno del mundo. Kvitova como segunda. Pero se ganaron la ovación de todo aficionado del tenis.